soy zurdo, como Messi”, dice Mario, de 16 años, que reside en Bilbao y le encanta el fútbol. No parpadea y lanza una sonrisa de medio lado, mientras acuna con la mano derecha una pelota de tenis con el número ocho escrito -o una lemniscata en plena órbita- y con la izquierda posa los dedos con delicadeza. En el horizonte, sus compañeros Ethan, Sheila, Bryan, Eider, Sebas, Itsasne y Oier recogen los bártulos del fin de la sesión de pala adaptada integrada en la asignatura de Educación Física en un aula de aprendizaje de tareas, que dirige Borja Bayo, cofundador, profesor, técnico deportivo, entrenador y monitor de la asociación Haszten -“creciendo y empezando; empezando y creciendo, tanto en personal como en familias, practicantes o experiencias”, recita-. Cuenta con la ayuda de Ibai Díez, estudiante en prácticas, y de José Bahillo, profesor de pedagogía terapéutica, en el centro Eskurtze de Rekalde. Mario tiene previsto participar en el Master Cup Irekia de pelota vasca adaptada, al igual que varios de sus compañeros de sesión. Es la primera vez que una iniciativa así reside en Bizkaia. Para ello, había que poner los cimientos y José Manuel Fuentes Mateos e Iker Amarika, responsables de la competición, se pusieron en contacto con Haszten, que aceptó el reto de inmediato.

Bayo está viendo una evolución “tremenda” en todos los deportistas que han probado la especialidad. Comenzaron hace dos meses y medio. “En una sola sesión, el cambio es importante. Es un deporte agradecido, que aporta mucho”, analiza. “Disponemos de un total de cinco grupos -Eskurtze, Fadura, Elorrieta Errekamari, Aixerrota y Saturnino- y serán un total de entre 35 o 40 componentes. Hemos hecho al menos una serie de cuatro o cinco sesiones. Nos costó animarles a competir, pero esto funciona por contagio y el número es importante. Andamos por la mitad. Refleja la labor social del deporte”, desgrana el entrenador. Además, contarán con algunos practicantes del bloque de pádel de la asociación. Y es que, Haszten, que nació para dar cabida en grupos deportivos a personas con diversidad funcional, posee equipos en distintas especialidades como fútbol, hockey en silla de ruedas eléctrica, baloncesto o natación, entre otros, además de actividades de sensibilización por los colegios -desde los diez años en adelante-, programas de educación, campus deportivos inclusivos y adaptados, formaciones a nivel interno y eventos especiales. De este modo, la pelota es otro elemento para destruir barreras.

Mario es risueño y parlanchín. Además, tiene una zurda potente. “Llevamos con la pala poco tiempo. Intentaremos hacer un buen campeonato”, desvela. Oier, con síndrome de Down, también disfruta en el frontón y tiene buenas posturas. Tiene pellejo de zaguero. Además de las clases de pala, practica fútbol sala y baloncesto. “Tengo muchas ganas de continuar”, explica el bilbaino de 18 años.

“Yo mismo estoy aprendiendo”, confiesa con una sonrisa José Bahillo, mientras no pierde ripio de lo que sucede en las entrañas de Eskurtze. “En este grupo tenemos a personas que vienen de diferentes entidades: Fundación Síndrome de Down, Gorabide o Apnabi”, cuenta. Les observa desde el extrarradio y corrige. El profesor de pedagogía terapéutica explica que estas sesiones se realizan en las clases de Educación Física de las aulas de aprendizaje de tareas o de aulas estables, en las que se “trabajan cuestiones de funcionalidad con el objetivo de obtener autonomía y realizar prácticas”. El deporte es otra forma de lograr metas: conocer reglas, establecer relaciones y comprender y saber dividir las órdenes.

“Cuando proponen a Haszten, que trata de abarcar Bizkaia, colaborar con el proyecto se dio la casualidad de que era perfecto para dar la unidad didáctica de pala en las aulas de aprendizaje de tareas”, cuenta Borja. “Muchos de los chavales tienen buenas capacidades y es fácil que tomen el uso de la pala. Otras personas están en una etapa más inicial. Aun así, en la propia sesión se ve cómo evolucionan”, define el cofundador de Haszten. “Es una modalidad deportiva local que se disputa en un escenario distinto, en el que podremos estar presentes y, a nivel deportivo, la pala aporta trabajo de psicomotricidad, mejora la coordinación y los reflejos, además que el disfrute de la repetición del golpeo y la rapidez genera adrenalina”, añade. De hecho, entre los objetivos de la asociación está formar una “escuela” de pelota entre los que les pique el veneno. “Si hay demanda, saldrá adelante. La idea podría partir de una escuela adaptada o inclusiva compartida con la colaboración de un club de pala o crear una propia sin aprovechar una estructura ya existente”, analiza. No hay barrera que se les resista.

Durante la sesión de entrenamiento no hay tregua. El inicio desordenado del calentamiento, para ir tomando cierta medida al tacto del leño y la pelota, pasa a la rectitud de una fila frente a una de las paredes del pabellón de Rekalde para ejecutar un saque y responder. “Me importa más que nos movamos y nos anticipemos a que golpeemos fuerte a la pelota”, argumenta Bayo a sus pupilos, que no pierden ojo. Los más avanzados siguen con su aprendizaje, otros, entretanto, siguen pulsando sus capacidades con el implemento. Después, llegan los partidos y todo se iguala. “No sabemos la cantidad de botes que permitirán en el Master Cup, pero no os preocupéis”, les dice. La cita del próximo domingo en Etxebarri abrirá la veda en Bizkaia. El camino es apasionante. El leño es otro ariete.