Bilbao - Para un equipo de la tipología del Bilbao Basket, la Copa es la competición de los tópicos. La Copa es para disfrutar, en la Copa no hay nada que perder y mucho que ganar, estar en la Copa ya es un premio... y así decenas de frases hechas. Pero ocurre que este Bilbao Basket versión 2019-20 no es un equipo ni típico ni tópico. Si lo fuera, esta semana estaría de vacaciones, dándole vueltas a la cabeza pensando en la supervivencia deportiva, y no en Málaga, luciendo palmito junto al resto de la aristocracia de la Liga Endesa. Y no hubiese pasado absolutamente nada porque era lo que todo el mundo esperaba y consideraba lógico. Pero no. Hoy, a partir de las 21.30 horas, comparecerá en el Martín Carpena ante el Real Madrid en duelo de cuartos de final. Y lo hará por haber hecho gala de un colmillo competitivo superlativo. Por no echarse a la bartola cuando su objetivo original, la salvación, comenzó a estar encaminado y seguir dando dentelladas a diestro y siniestro hasta colarse en una fiesta para la que no estaba llamado a tener invitación. Es por ello por lo que los hombres de negro no han llegado a Málaga a saborear simplemente un premio, a conformarse con su mera presencia en el torneo. Competir. Ese está siendo desde septiembre el santo y seña de los de Álex Mumbrú y ese será su lema cuando hoy crucen sus miradas con el gigante blanco. El resultado será ya otra cosa.

Tiene su guasa que colocando en el cuadro de enfrentamientos copero los resultados de la primera vuelta de la Liga Endesa sea Rafa Martínez el llamado a levantar el trofeo de campeón el domingo. O que sea el conjunto vizcaino el que mejor balance presente en las últimas nueve jornadas (8-1). Porque los hombres de negro son revoltosos y van a por todas, pero no son ilusos. Y saben de sobra que son los de Pablo Laso los llamados a salir victoriosos salvo que se dé la campanada de las campanadas. Por calidad, por fondo de armario -quince jugadores de primerísimo nivel a elegir, ahí es nada-, por experiencia, por conocimiento del medio... Y, por encima de todo, porque los grandes acostumbran a afilar sus garras cuando sienten cerca la posibilidad de alcanzar un título. El Bilbao Basket necesita que se fundan en el espacio y en el tiempo dos factores para poder derribar al Real Madrid. En uno depende de sí mismo: jugar un partido soberbio, defender como si no existiera un mañana, controlar el rebote y hacer gala de un ataque equilibrado y efectivo. El otro, el rendimiento de los blancos, no lo puede controlar del todo, pero sí aspira a poner todos los palos posibles en sus ruedas.

Será interesante comprobar las evoluciones de Axel Bouteille en un evento en el que centrará muchas miradas; lo que puedan aportar en ambos aros Ondrej Balvin, Ben Lammers y Emir Sulejmanovic contra el muro Walter Tavares y el resto de interiores de Laso; la capacidad de Jonathan Rousselle y Thomas Schreiner para conectar con sus compañeros y, al mismo tiempo, tratar de frenar al desbocado Facu Campazzo y al incomprensiblemente discutido Sergio Llull con la ayuda de Rafa Martínez, amante de las grandes citas; la capacidad de soprender de un Arnoldas Kulboka que puede liarla a la mínima; lo que puedan sumar Sergio Rodríguez, Iván Cruz, Tomeu Rigo o Tyler Haws... Entre todos ellos, junto al lesionado Jaylon Brown, han llegado hasta donde nadie esperaba. Porque para ellos lo importante no es participar. Lo importante es competir.