LA de Javi Salgado es la historia de un chico salido de Maristas que antes de ser profeta en su tierra por partida doble tuvo que marcharse a León para dar sus primeros pasos en el profesionalismo. Ya desde aquella época, dos personas que han acabado siendo vitales en su trayectoria, Txus Vidorreta, entrenador y figura que ha tenido gran influencia sobre él, y Alberto Larrondo, representante y amigo personal, se habían cruzado en su camino. “Le entrené cuando era cadete y desde el primer momento se veía que llevaba el baloncesto en la sangre. Por aquel entonces tenía un gran talento individual y mucha anotación, luego supo ganar dirección de juego. Cuando yo me fui a Palma, en 1998, quise llevármelo, pero ya se había comprometido con el Patronato”, recuerda Vidorreta. Del Patro se fue al León para jugar sobre todo en EBA de la mano de Larrondo. “Le llevó la agencia en la que yo trabajaba por aquel entonces y desde entonces seguimos juntos. Siempre ha sido fiel conmigo como lo ha sido con todo su entorno personal y profesional, para mí esa es la palabra que mejor le define”, apunta. Ambos fueron vitales para el desembarco de Javitxu en Bilbao. “Fue en junio de 2001, en Segovia, en un Campeonato de España sub’20. Yo ya había hablado con Alberto y con Javi lo cerramos con un apretón de manos en la rueda de calentamiento previa a un partido. Vino como base reserva, pero rápidamente cogió las riendas del equipo. Y de ahí, dos ascensos de LEB 2 a ACB y catorce años en la máxima categoría... Una trayectoria extraordinaria”, recalca el técnico de Indautxu.

Cuando llegó a aquel Bilbao Basket del curso 2001-02, allí estaba Patrik Sáenz de Ugarte, el culpable de que el 14 acabara siendo un número mítico en el club. “Javi siempre llevaba el 10, pero como lo usaba yo y era el veterano no lo pidió y se quedó con el 14. Siempre le vacilo con que lo lleva por mí”, recuerda el exjugador sobre el Señor Pequeñito, el apodo que le colocaron por aquel entonces. “Es que tener ese cuerpecito y luego ese vozarrón... Ahí algo fallaba”, bromea Sáenz de Ugarte, que añade que “no era un gallo en el vestuario, era un gallo en la cancha. No era de los que se pisaban fuerte. Siempre tenía las ideas claras, pero no era nada invasivo”.

Con el paso de los cursos, Salgado fue ganando galones y veteranía y le tocó recibir en el vestuario a jóvenes como Marko Banic. “Javi es el tipo de persona que todo el mundo quiere en el vestuario, un tío enorme. Y en la cancha era un guerrero total, con ese carácter de Santutxu suyo (risas). Fue muy sencillo jugar con él y me hizo la vida muy fácil”, destaca el croata. En 2010, le enseñaron la puerta de salida del club, pero supo ganarse minutos y respeto primero en el Gipuzkoa Basket y después en el Estudiantes. “Fue su peor momento porque no quería marcharse ni loco. Nunca ha querido mirar otra cosa que no sea el Bilbao Basket y su ilusión siempre fue volver. Si lo ves en perspectiva, es muy difícil conseguir una carrera como la suya en los tiempos que corren. Una de las cosas más impresionantes es que ha sido capitán en los tres equipos de la ACB en los que ha jugado”, destaca Larrondo.

Su representante y Vidorreta han sido dos de las personas con las que Salgado consultó su decisión estos últimos días. Como apunta el actual técnico del Tenerife, “el cuerpo le pedía jugar, pero él era consciente de que el club le daba una gran oportunidad de dar el salto a los banquillos, donde puede ser también un referente. Para mí, toma una decisión correcta tras una trayectoria prolongada y fructífera. Y ahora empieza otra”.