- El gallego Iván Ferreiro, uno de los músicos más reputados del pop y rock estatal, se ha sacado de la chistera Cuentos y canciones. Junto a su hermano Amaro, repasa su historia musical a través de sus canciones más oscuras y algunas versiones.

Esta es una gira especial, ¿verdad?

—Surgió viendo los conciertos de 2020, en pandemia y con mascarillas. Nos sentimos frustrados al no ver la cara al público y que no pudiera bailar, y pensamos en un show especial. Además, al público no hay que darle siempre lo que pide, nosotros tenemos que proponer también.

De entrada, no tocan sus éxitos.

—No suenan Turnedo, Años 80, El equilibrio es imposible… Recuperamos temas antiguos que no solemos tocar y contamos nuestra historia a partir de ellos. La gente está sentada pero el bolo es muy divertido.

¿Y cómo reacciona el público?

—Cuando digo que no tocaremos los éxitos, se sorprenden. Luego, las conocen y les gusta. Y salen más contentos porque no es lo habitual.

Hablaba de proponer algo diferente. El riesgo es siempre su aliado.

—Mi carrera se define por eso, sí. Ahora estoy haciendo un disco que no se parece al anterior. Al público se le trata a veces como si fuera idiota, pero no lo es. El público somos nosotros, todos lo somos, y al cambiar de repertorio recupero esas canciones escondidas que conforman los discos. Que no sean conocidas no significa que no estén bien.

Variar será enriquecedor, ¿no?

—Sin duda. Además, estamos tocando sintetizadores analógicos y basándonos en una electrónica atmosférica y de ambientes que nos hacía falta. Para lograrlo hemos tenido que ensayar mucho, algo que Amaro y yo odiamos. El bolo de siempre sale solo, con Turnedo al final. Necesitamos tocar desde otro lugar y de otra manera.

Ofrece también ‘cuentos’.

—Más que de las canciones hablamos de su contexto. En el fondo no nos importan qué notas tienen, sino por qué surgen y dónde se ubican. Es como un viaje personal sobre nuestra carrera y los amigos personales que han ido entrando en nuestra vida. Son historias en bloques, pero improvisamos, sin guión cerrado.

Estos ‘storytellers’ son habituales en el mundo anglosajón.

—Lo nuestro es más de andar por casa. La gente disfruta mucho; igual por las ganas de conciertos en pandemia. El hecho de contar cosas y tomárnoslo con humor y contar nuestros fracasos acaba sonando divertido. Quien venga se reirá.

Tiene un tema titulado ‘Toda la verdad’ y otro, ‘Mentiroso, mentiroso’. ¿Nos fiamos de lo que cuenta?

—Bueno, mi labor no es contar la verdad, sino entreteneros (risas).

¿Habrá sorpresas, rarezas?

—Sonará una canción de Piratas que nunca tocamos en vivo. Y también hacemos versiones. Recordarás cuando Amaro y yo formamos Rai Doriva y As Ferreiro. Hicimos 110 versiones y recuperamos algunas.

‘Días extraños’ iría al pelo: “Lágrimas, sucesos que han de pasar”.

—¡Ostras! No me acordaba de ella, era guay. Me la apunto, igual la preparo. Hace tiempo que no la escucho.

También hay escenografía especial.

—Hay una gran pantalla en el medio, cámaras en los aparatos e imágenes de apoyo con fotos de los momentos a los que nos referimos.

Habla de risas. Siempre ha tenido retranca, quizás por ser gallego.

—A Amaro y a mí nos gusta mucho reír. Nos reímos mucho de nosotros mismos y el hecho de repasar nuestra carrera nos parece una broma. Solemos mirar hacia adelante y hacerlo hacia atrás nos provoca la risa al ver nuestra parte ridícula. Esa parte patética y de fracaso nos da gasolina. Si todo saliera increíble, seríamos otras personas. Nosotros nos sentimos igual que en el instituto aunque tengamos una carrera. Ningún adolescente puede vislumbrar en qué se convertirá y, en nuestro caso, hemos tenido suerte al estar hoy en un lugar molón. Ese viaje nos hace gracia porque somos dos pollos sin cabeza.

Habla de desmitificar su oficio ¿no?

—Claro. El compositor y el cantante hacen un trabajo y cómo se hace es divertido. El viaje, si es patético, lo convierte en épico. Nosotros hemos acuñado el término patetismo épico, que se refiere a algo patético que es algo guay en el fondo (risas).

Amaro, su hermano, es obligado que esté con usted en una gira de pequeño formato, ¿verdad?

—Siempre hacemos los discos juntos, es mi compañero del alma. Tengo la suerte de trabajar con amigos, no con músicos contratados.

¿Qué relación tiene con sus canciones a través del tiempo y la distancia?

—Me enorgullezco de todas porque, al final y al cabo, son mi vida. Con sus errores, claro. El resumen tiene que ver también con los éxitos que sacamos de nuestros errores. Considero heroico hacer algo con tu corazón y tus fuerzas aunque estás casi seguro de que fracasarás. Si lo crees necesario, lo disfrutas. El fracaso es importante si haces canciones.

Trabaja ya en un disco nuevo.

—Es que desde Casa han pasado cuatro años. En mayo empezaré a grabar con la banda e iré sacando algún single. Me gustaría girar con sus canciones el verano de 2022. No se parecerán nada a las de Casa. Y sí habrá electrónica, sí, es una afición. La hago sin cantar, creo loops, ruidos… Sin finalidad alguna y trabajando con sintetizadores modulares. Eso marcará el camino. Y el cambio se traducirá también en las letras y el discurso, que será diferente. Puede ser un disco lleno de contradicciones.

Normal, así somos los seres humanos.

—Está claro. La contradicción me encanta; a veces es musical, otras verbal, otra cantada… He estado jugando un poquito (risas).

Se refiere al futuro pero el sector cultural tendrá que volver a regenerarse o morir definitivamente.

—Es nuestro sino histórico, excepto en el franquismo con algunos artistas protegidos que tuvieron que adaptarse después también. El artista no ha tenido nunca una posición cómoda en España, pero si la música tiene algo emocionante es que es como una planta, un ser vivo que se regenera con células nuevas. Ahí están Rosalía y C. Tangana, que están reinventando las cosas. A mí me ayuda ver cómo trabajan los jóvenes. Espero que el año próximo estemos mejor porque nuestra responsabilidad y la del Gobierno es que el verano de 2022 hagamos vida normal. Bueno, quizás con mascarilla.

“Quien venga al Arriaga

se va a divertir porque cantamos y contamos nuestra historia y nuestros fracasos con mucho humor”

“Si la música tiene algo emocionante es que es como un ser vivo que se regenera con células nuevas como Rosalía o C. Tangana”