TÚ me estás dando... mala vida”, cantaba Mano Negra. Pocas veces una canción se ajusta tanto a las vivencias de las mujeres víctimas de la violencia machista. Por ello, Amparo Sánchez, líder de Amparanoia, la rescata en su disco La niña y el lobo. Vol. 1 (Mamita Records)La niña y el lobo, junto a clásicos propios, de Radio Futura, Bambino, Lole y Manuel o Armando Manzanero. El álbum, que ofrece 10 canciones de resistencia y superación, es la banda sonora del libro de Amparo, en el que narra su experiencia como víctima de la violencia de género.

Solo las personas más cercanas al círculo íntimo de Amparo Sánchez, cantante, compositora, productora y escritora granadina nacida hace 52 años, conocía el infierno que sufrió en su vida personal, acosada y violentada por su pareja durante una década, mientras ella llevaba alegría, solidaridad, feminismo y buen rollo desde los escenarios con su grupo Amparanoia, creado ya en su huida madrileña, en 1996.

Amparo tenía solo 14 años cuando conoció a quien fue después su pareja, un rockero de 22 con el que compartió música -en el grupo Correcaminos- y un hijo, y del que acabó huyendo cuando ella contaba con 24 años, harta de malos tratos físicos y psicológicos. Le costó una década romper hilos con su pareja y casi dos décadas decidirse a contar su trágica experiencia. Y aunque lo fue haciendo subrepticiamente en canciones como Que te den o Hacer dinero, en los que narraba su ruptura y sus problemas económicos tras la huida, respectivamente; la confesión se tornó libro autobiográfico en La niña y el lobo. Con forma de diario, confesó su historia brutal y desgarradora de violencia machista y superación del miedo, la vergüenza y la falsa culpabilidad.

“Han pasado mas de 25 años, llegó el momento de contarlo. Empezó escribiéndote una niña y se despide una mujer”, señalaba Amparo sobre el libro, del que ahora llega su tercera edición. En él recoge toda su trayectoria personal, desde que se enamoró siendo una adolescente a su huida a Madrid harta de acoso y malos tratos cuando la niña, transformada ya en mujer adulta y valiente, deja de tener miedo al lobo y lucha por conseguir lo que desea.

Banda sonora

Tras una intensa gira con Amparanoia, un disco compartido con Macaco, La Pegatina, Chao, Fito y Fitipaldis o Depedro, y otro, Hermanas, junto a la poetisa brasileña Maria Rezende, Amparo acaba de publicar el primer volumen de la banda sonora de su libro. De ambiente acústico y grabado en sistema analógico en El Cortijo Santa Mª de la Vega de Granada, cuenta con la única ayuda de las guitarras de Víctor Iniesta (Elbicho, Manolo García) y el hijo de la diva flamenca Carmen Linares, Eduardo Espín Pacheco.

Su repertorio -boleros, rancheras, flamenco, rock y blues- se ha elegido con mimo, honestidad y valentía, ya que sus versos resuenan autobiográficos en la voz de la andaluza. Empieza con Adoro, el bolero de Armando Manzanero en el que se narra la emoción del descubrimiento del ser amado y la entrega inicial absoluta, zambulléndose en la rumba en su final. Y se cierra con Gracias a la vida, el esperanzado himno de Violeta Parra.

Gracias a esa vida que a Amparo, como a Parra, le dio “el sonido y el abecedario”, podemos disfrutar de un disco sencillo, valiente y profundamente emotivo que relata “la mala vida” que vivió su autora, en un rescate de Mano Negra con un gran solo de guitarra flamenca. Y también “el cariño pagado con traiciones” con la ranchera Hace un año o el triunfo del presente con la habanera casi centenaria Veinte años. Y en el camino deja gemas como La pistola y el corazón, de Los Lobos; Han caído los dos, una de las mejores canciones de Radio Futura, en una relectura casi blues; o la bulería de Lole y Manuel Un cuento para mi niño, donde la mariposa acaba clavada con alfileres en una cartulina. Más claro, imposible. Igual sucede con su rescate de Veneno, que incluyó en su primer disco, o el guiño a Payaso, la bulería de Bambino, rebajada en su ritmo y en la que reconoce -“ante la gente oculto mi derrota, payaso con careta de alegría pero tengo por dentro el alma rota”- el tiempo que escondió su tragedia personal tras la máscara de una sonrisa.

A Amparo le costó una década romper hilos con su pareja y casi dos décadas decidirse a contar su trágica experiencia