Es posible que el partido estuviese abierto durante muchos minutos, no cabe negar que podía haberse inclinado hacia un lado o el otro porque situaciones de gol hubo en las dos áreas, pero al final quedó flotando la sensación de que el Athletic manejó más y mejores argumentos. Ello explicaría su victoria, que le coloca en lo más alto. Ya lo estaba antes de viajar a Sevilla, pero conservar plaza tan privilegiada algo significa. Lo más obvio sería que el conjunto de Ernesto Valverde sigue siendo el que tantos éxitos amasó a lo largo de la campaña anterior. Solo por eso es capaz de enlazar nueve puntos sin bordarlo, tirando de eficacia, de pragmatismo, sabiendo sufrir. Estas fueron sus mayores virtudes en La Cartuja, suficientes para deshacerse de un rival que por momentos le discutió seriamente el signo del encuentro.
Ganó el Athletic porque además de lo dicho, contó con la complicidad de la fortuna, factor crucial en la competición que acostumbra a aliarse con mayor frecuencia con quienes buscan el triunfo y no se conforman con menos premio. Sí, la suerte estuvo de su lado, especialmente en la acción que rompió el empate inicial y que el Betis no supo digerir. Le sentó a cuerno quemado, careció de recursos para reponerse y encima, esa suerte volvió a hacer acto de presencia en el segundo gol rojiblanco, aunque de modo más discreto.
En el 0-1 un mal control obligó a Yuri a poner un centro durísimo desde la línea de fondo y a media altura. Bartra, que cubría el primer palo, quiso interceptar y no le dio tiempo por la velocidad que traía el balón, que le golpeó en la espinilla y entró en la red. Ahí terminó la incertidumbre, pues no estaba claro en que derivaría la media hora que entonces restaba. Pese a que el Athletic emitía señales de estar bastante entero, ninguno lograba gobernar el choque con autoridad. Con el gol en el marcador pronto se percibió el decaimiento andaluz. Al golpe anímico se añadió la firmeza visitante para no conceder facilidades, que alguna sí se había dado previamente.
Prueba del impacto del autogol de Bartra, la total ausencia de remates dirigidos contra Simón hasta que a la salida de un córner largo que Navarro recogió en el lateral opuesto del área, se gestó el segundo tanto. El centro no era malo, pero quien lo transformó en perfecto fue Bartra, de nuevo él, quien al peinar le puso en bandeja el cabezazo a Paredes, que entraba como un tiro al área pequeña. Todo lo que vino después, sobró. Desde el gol de Bakambu, fruto de un relajo hasta cierto punto comprensible, pues el tiempo extra estaba casi agotado, hasta los incidentes disciplinarios posteriores con dos expulsiones en el banquillo del Athletic, Padilla y Valverde, así como una tangana con el partido finiquitado y más amonestaciones.
En fin, un final tenso en exceso, evitable y que básicamente respondió al mal perder del anfitrión y a la ausencia de temple en el bando opuesto. Yendo al comienzo, los equipos llegaron confiados de sus posibilidades y estas se fueron plasmando a ratos. Pellegrini refrescó las bandas y Valverde prefirió no utilizar un ariete específico, el resto de los escasos retoques fueron obligados por lesiones. Se diría que ambos técnicos estaban satisfechos con la forma en que sus equipos han entrado a la competición.
Que el Betis iba a ser más complicado que los rivales anteriores se daba por supuesto, aunque esté añorando a varios titulares y aún necesita un plazo para carburar a satisfacción. En esto no se diferencia gran cosa de un Athletic que ayer volvió a mezclar ratos interesantes con fases problemáticas, dando síntomas de incomodidad en la construcción, pero también a la hora de defender. Y no fue porque el Betis se mostrase particularmente incisivo; sin embargo, ver a los centrales superados por Cucho, un enredador que apenas contó con colaboración cerca del área, generar peligro casi de la nada no resulta muy alentador. Luego esto se fue corrigiendo.
Pero antes de que el delantero colombiano cediese a Pablo para que este chutase a placer, rozando el larguero, quien la tuvo y más nítida fue Iñaki Williams, que arrancó en banda y pronto intercambió la posición con Berenguer. El capitán recibió en ventaja precisamente de Berenguer y se plantó solo ante Valles, que desvió con el pie izquierdo. Mala decisión del rematador que pudo haber cambiado el signo del encuentro. De hecho, llevaba un rato el Athletic cargando con la iniciativa, le fue comiendo la tostada a un Betis que arrancó más suelto.
No tardó Iñaki en disfrutar de una nueva oportunidad, ahora tras pared milimétrica con Sancet, pero la culminación fue nefasta. El mejor posicionamiento del bloque rojiblanco se estaba dejando sentir, pero la pausa de hidratación ordenada por el árbitro espabiló a un Betis más efectista que otra cosa. Fruto de la inesperada reacción, un chut de Pablo que, tras dar en Areso, describió una parábola que moriría en el larguero de Simón. Susto gordo porque al portero le pilló descolocado. De nuevo pareció despertar el Athletic y antes del intermedio ni Paredes ni Iñaki Williams alcanzaron en boca de gol una cesión de Yuri y la razón fue que, esta vez, Bartra desvió con la coronilla lo justo para proteger su marco.
No se apreciaron cambios sustanciales en la segunda mitad, con un Betis mejor puesto de salida, pero sin pólvora. Hubo una falta de Bartra sobre Sancet, similar a la que significó el penalti contra el Rayo, que el VAR no estimó, aunque se vio el pisotón, leve si se quiere, pero pisotón al fin y al cabo. Bueno, sin tiempo para lamentarse vino el 0-1 y en adelante la batalla discurrió por la senda que le convenía al Athletic. Tres de tres.