En este denso tramo del curso, con cinco partidos disputados en catorce días, el Athletic no ha conocido la derrota. Ha vencido a Las Palmas (2-3), Leganés (0-2), Celta (3-1) y empatado en el feudo de la Roma (1-1) y en casa contra el Sevilla (1-1). Un recordatorio obligado mientras aún resuenan los ecos de la decepción sufrida en la última cita, por ser el reflejo objetivo de un muy buen balance. El grado de exigencia no va a atenuarse en breve, dado que aguardan otros dos compromisos muy seguidos: el próximo jueves, ante el AZ Alkmaar en San Mamés y la visita al Girona el domingo a la hora de comer. Después, toca un nuevo paréntesis de las competiciones de clubes que se alarga hasta mediados de octubre.
Tres victorias logradas de manera consecutiva y la reciente igualada con el Sevilla, sitúan al conjunto de Ernesto Valverde en una posición de privilegio en la clasificación de LaLiga, asentado en plaza continental. El valor del resultado que sirvió para estrenarse en la Europa League se califica por sí solo. Se trataba de un examen particularmente peliagudo por los condicionantes que reunía y por el propio desarrollo que tuvo el pulso, pero el Athletic supo responder con personalidad y nervio para terminar brindando una alegría a su gente.
La serie de partidos que se comenta ha servido para reorientar un comienzo de temporada que suscitó algunas dudas, si bien no cabe ignorar que dos de los cuatro primeros partidos le enfrentaron a Barcelona y Atlético de Madrid, que en la actualidad figuran como líder y tercero de la tabla. Por tanto, procede reconocer que el equipo ha sido capaz de coger el tranquillo a un calendario que en las semanas y meses siguientes no va a rebajar un ápice el nivel de máxima exigencia que comporta combinar dos frentes. Al respecto, en su última rueda de prensa, el entrenador lanzó un comentario de lo más explícito: “Es lo que queríamos todos, pero sabemos que va a ser duro”.
Para hacerse una idea aproximada de lo que hay detrás de estas palabras, bastaría con revisar unos datos muy elementales. Después de viajar a Canarias, la alineación rojiblanca que saltó al campo de Butarque incluía seis variaciones. Tres días después, el once presentaba ocho novedades respecto al anterior. De la formación que venció al Celta, solo seis hombres repitieron en la capital italiana y contra el Sevilla hubo siete caras nuevas de inicio. Así que, descontado el primer partido, resulta que en los cuatro posteriores el número total de cambios de titulares asciende a 26, que son más de la mitad de los 44 futbolistas empleados para completar esas cuatro alineaciones.
El movimiento de personal no siempre ha respondido a criterios de reparto de esfuerzos. Por supuesto que el principal criterio de Valverde a la hora de diseñar la composición del bloque obedece a la conveniencia de conseguir preservar su energía, factor clave en la propuesta futbolística del Athletic. También el apartado de indisposiciones físicas ha pesado en la elección de jugadores. Los hay que han ingresado en la enfermería, aquejados de contratiempos musculares, pero este motivo ha influido asimismo para evitar forzar a aquellos que acusaban molestias consideradas leves, a fin de no agravar la situación con posibles lesiones de mayor duración.
Es el precio a abonar cuando la agenda está llena de fechas marcadas en rojo a gestionar en días laborables. Asumida pues la nueva dinámica, a nadie le puede extrañar que por mucho que el técnico se afane en diseñar grupos compensados, haya fechas en que esto se convierta en una aspiración poco menos que inviable.
Ejemplo paradigmático de ello sería la alineación que recibió al Sevilla, que reunía a futbolistas que se ha demostrado que no son las primeras opciones de Valverde, han sido menos utilizados y carecen del estado de forma que otros poseen. Nuñez, Lekue, Vesga o Unai se hallarían en este supuesto. Casi medio equipo. Además, por dosificar a Guruzeta, el ariete habitual que jugó los noventa minutos contra la Roma, colocó en esa demarcación a Iñaki Williams, lo cual en absoluto potencia al grupo. Está más que comprobado que rinde a satisfacción si parte del costado derecho. Al igual que es notorio que el conjunto lo agradece de verdad, cabría apostillar.
En ocasiones el trabajo coral, cortado por el patrón de la generosidad, no alcanza para compensar ciertas deficiencias conectadas a problemáticas individuales. En este sentido, aludir a que varios de los fijos no acaban de ofrecer su mejor versión en el campo. Es el caso de Galarreta, al que se esperaba como agua de mayo y ha quedado patente en casi todas sus apariciones que necesita un plazo de tiempo superior para dar la medida. O de Nico Williams, que no es ni por asomo el elemento diferencial que tanto llamó la atención el pasado verano. Es posible que todavía esté pagando una pretemporada inexistente, así como el hecho de estar constantemente en boca de todo el mundo.