POR fin llegó el día más esperado para cualquier athleticzale, y más todavía para alguien como yo, que, con 40 años cumplidos en noviembre, nació entre las dos gabarras de los años 80. Crecí viendo vídeos –en cintas VHS– con las imágenes míticas de aquellas dos gabarras y oyendo las gestas de aquel equipo capitaneado por Javier Clemente que se trajo las dos ligas y la Copa. También hojeando libros de historia del Athletic, en los que la gabarra aparece siempre en los últimos pasajes, casi como el culmen de la trayectoria del club. Como si hubiera ocurrido entonces y fuera imposible que volviera a suceder.

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La fiesta de los campeones en la gabarra, desde dentro

Ahora que hemos vivido, que hemos visto y saboreado la singladura de esta gabarra del siglo XXI por la ría, con este Bilbao renovado y con el Guggenheim y Euskalduna sustituyendo a las industrias, lo cierto es que apenas hay apelativos para describir lo sentido ayer en las márgenes de la ría. Supongo que deberán pasar semanas, meses o quizá hasta algún año para asimilar lo conseguido por este equipo el pasado sábado en La Cartuja, logro inédito en 40 años, los mismos que yo tengo y he tenido que esperar para, en primera persona, recibir a un Athletic campeón a bordo de la emblemática embarcación.

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Las imágenes de la celebración de la gabarra desde la ría Borja Guerrero, Ibai Armentia

Ahora que he visto la gabarra, puedo decir que cansa. Bajé desde la una de la tarde a la Ribera de Deusto, justo frente a la silueta del campo de San Mamés, para ir cogiendo sitio y no perder detalle. Allí había gente desde las 10 de la mañana y, por cierto, venida desde todos los rincones del Estado. Cáceres, Valencia o Tarragona eran algunos de los lugares de procedencia de los compañeros de experiencia. Allí, bajo el implacable sol –hizo falta un buen número de tubos de crema solar– y entre cánticos, latas y bocadillos, fuimos haciendo la jornada. Las tres, las cuatro... La espera fue larga, hasta pasadas las seis y cuarto de la tarde, pero nada comparable a 40 años soñando ese momento.

Y por fin llega: La gabarra esa embarcación, innombrable durante las últimas semanas, que veíamos siempre retirada en el Museo Marítimo, hace su presencia entre una multitud de barcos y traineras. Éxtasis colectivo. Luego, y sin haber descansado las piernas en más de cinco horas, tocó seguir a la comitiva hasta el Ayuntamiento por el Campo Volantín, con lo que no hubo descanso hasta ya entrada la noche.

Así ha sido el paso de la gabarra por San Mamés

Así ha sido el paso de la gabarra por San Mamés DEIA

En el documental Athletic: Un siglo de pasión de Pedro Olea, editado en 1998 con motivo del centenario, el teólogo Javier Aguirre afirmaba que ganar una Copa era “como la resurrección”. Y lo cierto es que no podría definirse mejor lo que estamos viviendo todos los hinchas del Athletic estas últimas jornadas, desde el momento en que Berenguer marcó el último penalti en La Cartuja, donde tuve la oportunidad de sufrir y disfrutar de la agónica, no podía ser de otra manera, final de Copa. En ese momento, y sobre todo ayer al ver las márgenes de la ría abarrotadas esperando a los campeones, quedó atrás toda una vida en rojiblanco, que pasó ante mis ojos como una película reboninada. Han sido muchos años yendo a San Mamés, viendo partidos por la tele cuando el Athletic juega fuera, escuchando las tertulias de la radio, leyendo las crónicas de los partidos o revisando los libros con la sensación interiorizada, casi atávica, de que nunca íbamos a ver lo de ayer. A partir de ahora, esos sentimientos quedan desterrados para lo venidero. Ya nunca podremos volver a pensar que es imposible ganar un título como la Copa. Más bien al contrario, deberíamos empezar a pensar en la siguiente. De llevar la misma progresión de los últimos años, seguro que no debe quedar mucho para que volvamos a ver la siguiente gabarra surcando la ría. Menuda liberación será poder asistir a San Mamés sabiendo que somos un club con opciones de seguir ganando títulos con nuestro modelo único.

Y es que ha habido veces que lo hemos visto tan lejos... A ver quién era el valiente que el día del Formentera aventuraría una gabarra en menos de siete años. O hace tres temporadas, cuando se perdieron dos finales.

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Por último, hemos tenido muy cerca lo vivido ayer en los últimos años. Y no quisiera terminar sin mencionar al que yo creo es el artífice de que el Athletic vuelva a ser campeón, que no es otro que Joaquín Caparrós. Él cambió la actitud de este club, de resignada a ganadora, y puso la primera piedra para que la ambición de la afición creciera. Si no hubiéramos visto entonces que sí era posible, muy probablemente no habríamos experimentado todo lo posterior.

Ahora solo falta aplicar lo aprendido ayer para, en la siguiente, acudir más preparados al borde de la ría, pero por lo menos con la misma ilusión.