VALENCIA: Mamardashvili, Foulquier, Gabriel Paulista, Mosquera, Gayá; Pepelu, Guillamón, Sergio Canós (Min. 14, Yaremchuk) (Min. 83, Javi Guerra), Fran Pérez (Min. 70, Thierry Correia); Diego López (Min. 83, Jesús Vázquez) y Hugo Duro.

ATHLETIC: Unai Simón, Yuri Berchiche, Paredes, Vivian, Lekue; Herrera (Min. 62, Ruiz de Galarreta), Prados (Min. 69, Unai Gómez), Sancet (Min. 79, Raúl García), Berenguer, Nico Williams (Min. 79, Adu Ares) y Guruzeta (Min. 69, Villalibre).

Gol: 1-0: Min. 61; Hugo Duro. 

Árbitro: Pulido Santana (C. Canario). Amonestó por a Nico Williams, Ares y Vivian, del Athletic.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la vigésima primera jornada de LaLiga EA Sports disputado en el Estadio de Mestalla.

Una derrota en dos meses en absoluto desluce una trayectoria. Más bien avala el mérito de este Athletic, la forma en que ha funcionado tanto en liga como en Copa en dicho período, a lo largo de catorce compromisos. Curiosamente, el primer rival de esa larga lista fue el Valencia, que entonces, a finales de octubre, ya demostró entereza y recursos. Ante su afición volvió a hacerlo. Siempre duele perder y acaso escueza ahora porque daba la sensación de que el revés no llegaría nunca. Una pretensión sin sentido que el equipo de Ernesto Valverde había alimentado con su forma de competir. En Mestalla no estuvo tan acertado, ni arriba ni abajo. Dispuso de situaciones propicias y del control en diversas fases; sin embargo, se le vio incómodo, sin el suficiente empaque para superar la meritoria oposición de un Valencia que dio la cara y gestionó con encomiable tesón su exigua ventaja.

Ambos conjuntos rivalizaron en intensidad y trabajo, aunque en las filas del Athletic hubo varias piezas que no estuvieron a la altura que la cita exigió. Es posible que pesase la acumulación de esfuerzos, lo vivido en los últimos tiempos requiere una gran prestancia y aunque todo descanse en la fortaleza del colectivo, no cabe obviar que las aportaciones individuales condicionan el resultado final. Hasta encajar el gol, se hablaría de una actuación suficiente para aspirar a recompensa; después, el panorama experimentó un decaimiento. Faltó capacidad para reponerse y dar el tono que el marcador reclamaba. Así todo, Unai tuvo el empate en un remate franco en el área que Mamardashvili abortó de manera impecable.

El augurio de un partido equilibrado bebía de lo ocurrido en la primera vuelta, aquel empate que el Athletic logró al límite en San Mamés no había caído en el olvido. Entonces, el Valencia sacó a relucir ambición y piernas, bazas que comparte con los rojiblancos. Quizás la constatación de esa coincidencia, así como el inusual hecho de que el conjunto de Pipo Baraja fuera tan valiente en San Mamés, sorprendiese en cierta medida, deparando uno de los duelos más complejos del curso. Este sábado, de nuevo hubo bastante igualdad, por más que el Athletic creyese que dominaba la situación, le costó generar peligro y no pudo impedir en el cómputo del primer tiempo que el Valencia terminase con un balance ofensivo similar.

Los primeros minutos dieron a entender que el Athletic prolongaría su feliz marcha. En apenas cinco minutos tuvo hasta tres llegadas al área, ninguna culminada, pero esa salida careció de continuidad. Según corría el cronómetro, la profundidad se fue diluyendo. Cierto que el Valencia empleó una alineación más armada con Hugo Guillamón al lado de Pepelu por delante de la zaga y la incrustación en esta línea del pegajoso Foulquier para vigilar a Nico Williams. La forma en que se desarrolló este emparejamiento explicaría cuanto dio de sí el encuentro.

Nico Williams apareció con frecuencia en el comienzo, su par no podía con él y estuvo en un tris de desnivelar la contienda en una serie de acciones, dos disparos incluidos. Paulatinamente, el lateral le fue tomando la medida y acabó por sacar al extremo de la ecuación. No logró irse en toda la segunda parte. Así le fue al Athletic en conjunto. Mientras Prados y Sancet mandaron con su movilidad y constantes ofrecimientos, el bloque acompañó, se mostró intimidante. El Valencia atravesó por serias dificultades, a pesar de que la inspiración de Berenguer y Guruzeta brilló por su ausencia. O que tampoco Yuri, ocupado con Fran Pérez, halló vías para desdoblarse, ni Herrera tuvo incidencia. Con estas premisas negativas, era complicado aspirar a establecer una ventaja, por algo el capítulo de ocasiones fue tan escueto y exento de nitidez.

Cerca del descanso, el partido ya adquirió un color, si no inquietante, poco amable. El Valencia adelantó líneas a raíz de un error de Yuri que Guillamón culminó con un disparo seco desde la frontal. A esto siguieron tres saques de esquina en el añadido. El primero, en dirección a puerta, lo tuvo que sacar Simón debajo del larguero; el tercero volvió a desbaratarlo, ahora con los pies sin que el árbitro se percatase, pues el cabezazo de Yaremchuk se colaba y no señaló córner.

El susto se trasladó al área opuesta en el inicio de la reanudación. Una jugada bien ligada derivó en una apertura de Herrera al costado, allí irrumpió Lekue y su pase de la muerte no lo pudo dirigir bien Sancet. La pelota, tocada con la zurda, se perdió junto al segundo palo, con Mamardashvili inerte. El lance se revelaría posteriormente como un espejismo. El Athletic tardó media hora exacta en volver a amenazar. En medio, el protagonismo estelar lo acaparó Hugo Duro.

El batallador ariete del Valencia remató horrible en boca de gol, con la defensa desbordada, pero segundos después se resarció con un cabezazo picado que entró junto a la madera. Hasta ahí alcanzó el interés local por hacer daño. La ventaja trajo aparejada una reorganización del grupo, destinada a obstaculizar las maniobras del Athletic. Baraja puso dobles laterales y todos sus hombres se implicaron a fondo en tareas destructivas.

El Athletic se gripó. No es que el Valencia se replegase, es que ni quiso ni se sintió forzado, pero la producción en el último tercio fue nula, exceptuando el mencionado intento de Unai. El ejercicio de impotencia fue abrumador. Lo corrobora que estando sobre el césped Villalibre y Raúl García, ni el uno ni el otro entrasen en contacto con el balón. Cero centros aprovechables, ni a balón parado ni en movimiento. Pases y más pases de seguridad, sin opción de abrir pasillos por los que progresar.

En suma, una imagen realmente pobre en la última media hora, que fue envalentonando al adversario, que alberga razones para soñar con engancharse a Europa. Meta que el Athletic tiene a mano, aunque hoy, tras lo visto en Mestalla, sea inevitable mirar a la Copa con cierta prevención.