Goles, un total de cuatro; emoción, en enormes dosis; polémica, con una expulsión a Oihan Sancet en el tiempo de añadido de la primera mitad –curiosamente con el mismo árbitro que no le mostró la roja a Dani Carvajal en el último encuentro del curso pasado por su durísima entrada a Yuri Berchiche, en la que le partió el peroné– y otra a José Bordalás en el descuento del segundo acto; y dos versiones de un mismo Athletic, obligado por el guion de un choque que parecía ir cuesta abajo y acabó siendo agónico. En definitiva, el de ayer miércoles fue un partido de dos caras en el que los leones, que jugaron con un futbolista menos toda la segunda mitad, lograron un punto que no puede considerarse malo, para nada, por cómo se desarrolló el encuentro.

Ernesto Valverde, que en la previa evitó dar pistas sobre posibles cambios en la alineación, si bien recordó que su equipo venía de jugar el viernes y que había tenido tiempo más que suficiente para descansar, solo realizó un cambio, obligado además, por la lesión de Iñigo Ruiz de Galarreta. Apostó por dar entrada a un Ander Herrera que apenas había jugado una hora hasta la fecha y que respondió con nota a las exigencias. Lució su calidad cuando las circunstancias del partido le sonrieron al Athletic y no dudó en ponerse el mono de trabajo cuando se elevó el nivel de exigencia. Si mantiene la línea, estará en condiciones de aportarle muchas cosas al equipo.

Eso sí, hubo otras piezas, destacadas en encuentros previos, que no pudieron brillar con luz propia. De ahí las numerosas imprecisiones y algunas dudas en defensa en una primera mitad en la que, pese a adelantarse en el marcador y llevar durante muchos minutos la batuta del encuentro, el Athletic no llegó a sentirse tan cómodo como en otras citas. Eso sí, dispuso de hasta dos ocasiones muy claras como para haber ampliado aún más su renta, pero a Gorka Guruzeta le falló la puntería. No todos los días le sonríe a uno la fortuna.

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La expulsión de Sancet, en imágenes Pablo Viñas | Borja Guerrero

Que se lo digan si no a Sancet, al que un mal control y una posterior decisión aún peor le mandaron directo a la caseta. Por segunda vez en lo que va de temporada, el navarro vio la roja directa y dejó a su equipo con un futbolista menos sobre el verde quedando aún muchos minutos por delante. Debe controlar algunos impulsos, pues calidad le sobra.

A diferencia de lo sucedido en El Sadar, en la primera expulsión de Sancet, el equipo no pudo mantener su renta y acabó cediendo un empate. Los leones se atrincheraron cerca de su área, jugaron un segundo partido, distinto al del primer tiempo, como si hubiera intercambiado los papeles con un Getafe que se limitó a buscar el gol a base de centros. Encontró el premio en un córner y en un centro lateral en el que la defensa rojiblanca quedó señalada por las facilidades mostradas. Poco más, pese a que los locales lo apostaron todo a la inspiración de un Iñaki Williams estratosférico que se inventó un golazo. Una pena que su desempeño no sirviera para sumar los tres puntos.

Como quiera que cuando no se puede ganar lo menos malo es empatar, el reparto de puntos no puede dejar un mal sabor de boca, pues supone sumar, aunque sea en casa, donde más puntos han volado este curso, un total de cinco, por los dos que se han dejado a domicilio. Eso sí, el sábado, en el derbi, llegará el momento de medir las consecuencias de la paliza física que se dieron los futbolistas. Aunque no dé pistas, Valverde tendrá que tirar de fondo de armario ante la Real.

La cifra

150

Unai Simón jugó ayer ante el Getafe su partido número 150 de liga con el Athletic, club con el que ha disputado otros 16 partidos (12 de Copa y 4 de Supercopa) desde que debutó con el primer equipo a las órdenes de Eduardo Berizzo el 20 de agosto de 2018 en una cita frente al Leganés en San Mamés.