A punto de que se proceda al cierre del mercado de verano, en el Athletic no hay mucho que contar. La duda es si la falta de noticias obedece al silencio del club o si ese silencio es consecuencia directa de la ausencia de opciones, básicamente referidas a la entrada de jugadores, pues aún está caliente la salida de Javier Martón al Mirandés. Sea como fuere, la incógnita quedará despejada en breve, con la llegada de la medianoche.

Aunque por una mera cuestión de prudencia convenga esperar unas horitas, a estas alturas la previsión apunta a que la plantilla de Ernesto Valverde permanecerá tal como está, con los hombres que trabajan en Lezama y han disputado las jornadas del campeonato de liga celebradas. Las contadas especulaciones o rumores que han circulado en las últimas semanas no auguran otra cosa. Lo contrario sería una sorpresa.

Un año más, la escasez de futbolistas interesantes en el escaparate al que puede acceder el Athletic se encuentra detrás de la falta de incorporaciones. Si se repasa el listado de fichajes recientes no hay uno solo que se haya convertido en un valor seguro. Berenguer, pese a sus altibajos, aparece como la excepción, sobre todo si se compara con la intrascendencia que representan las captaciones de Kodro, Ibai, Petxarroman, Capa,…

La repesca de Herrera entra en un apartado distinto: se promocionó como una cesión cuando en realidad el PSG, su club de origen, quiso desprenderse definitivamente de él y ahorrarse la elevada ficha que percibía. En la recuperación de Guruzeta se procedió a ejecutar una cláusula firmada dos años antes de su salida como cedido del Athletic y Ruiz de Galarreta acaba de venir libre, sin necesidad de abonar traspaso.

Quizás haya quedado en el tintero alguna operación más, aparte de la de Martón, pero la dinámica de un tiempo a esta parte confirma el papel residual que juega el Athletic en el mercado. Además, a ello se suma la nula disposición a gastar dinero que se aprecia en los inquilinos de Ibaigane. La directiva de Jon Uriarte ha dejado muestras fehacientes de que no contempla invertir en refuerzos. Del mismo modo que regatea hasta el último euro en las renovaciones (en según cuáles, habría que añadir), así como en las cesiones. Las condiciones leoninas que, por ejemplo, impuso para que Morcillo recalase esta temporada en el vecino Amorebieta constituye un ejemplo palmario.

En este contexto, la simple mención como un posible objetivo de alguien de primerísimo nivel como es Aymeric Laporte se ha de catalogar como una broma, un pésimo chiste. No ha sido el único eco que ha sonado con desigual intensidad, por el camino se evaporaron otros nombres ilustres como Odriozola o Azpilicueta, todos ellos defensas, con la salida de Iñigo Martínez de trasfondo.

Con contrato hasta 2026

Esta misma semana salió a la palestra el nombre de Hugo Guillamón. Se sugería que el Athletic pretendía su cesión aprovechando que Rubén Baraja le ha relegado a la suplencia en el Valencia. El asunto no es de ahora, ya prescindió de él durante la temporada anterior. De nuevo, el dinero asomaría como un primer impedimento, dado que este internacional de 23 años que ha alternado el puesto de central con el de medio de cierre, percibe casi dos millones de ficha. Añadir que está vinculado a su actual equipo hasta 2026 y atado con una cláusula que asciende a los 50 millones.

Desde el punto de vista deportivo, la operación se complica aún más. El interés de la misma resulta muy relativo si se analiza detenidamente y en las dos direcciones. De entrada, Guillamón no es un central específico, condición que se antoja primordial si lo que tiene en mente el Athletic es apuntalar la zaga. Pero es que encima cuesta creer que una vez aquí tuviese sitio en las alineaciones de Valverde. Al menos estando disponibles Yeray y Vivian. Es posible que en el escalafón adelantase a Paredes, pero no a los dos citados.

Y a pesar de su alabada versatilidad y a que en realidad posee un perfil que se ajusta a la demarcación de centrocampista, Guillamón tampoco hallaría fácilmente hueco en la zona ancha, donde debería competir con Vesga, que goza de la plena confianza del entrenador, Galarreta o Dani García, por no mentar a Herrera.

Seguro que este cálculo ya lo ha hecho el propio Guillamón, si es que le llegó el rumor. La posibilidad de promocionarse y revalorizarse en las filas del Athletic (para qué iba a venir si no) se antoja muy remota. Lo normal sería que prefiera continuar donde está, en la esperanza de que más adelante Baraja modifique su criterio actual.