En uno de los tramos más transitados de la antigua N-IV, entre Sevilla y Cádiz, un restaurante de carretera ha logrado algo poco común: transformar una tradición humilde en un acontecimiento seguido en todo el Estado.
El Paisano, un asador familiar situado entre Los Palacios y El Cuervo, organiza desde hace años lo que ya está considerada la mayor cesta navideña del Estado español, un sorteo que reúne bienes valorados en 850.000 euros y que vuelve a batir récords de participación.
Un bar de carretera
El negocio nació en los años setenta y mantiene el espíritu de los bares de carretera de toda la vida. Desayunos tempranos, platos contundentes y clientela fiel forman parte de su día a día. Sin embargo, cada mes de diciembre el local cambia de dimensión.
El motivo es un sorteo que empezó siendo modesto y que hoy incluye un apartamento a estrenar, dos coches nuevos, una autocaravana y más de 400 premios distintos.
La evolución ha sido progresiva
En 2008, el lote se limitaba a productos de alimentación básicos, como jamón, queso o embutidos. Con el paso de los años se añadieron bicicletas, electrodomésticos y, más adelante, vehículos.
El salto definitivo llegó con la incorporación de viviendas. En la actualidad, el premio principal es un piso completamente amueblado en el centro de Sanlúcar de Barrameda, al que se suman un Mercedes descapotable y un Cupra Terramar, ambos nuevos y listos para circular.
La lista continúa con una autocaravana de siete plazas, dos motocicletas de alta gama, un quad y una piscina de grandes dimensiones, además de televisores, ordenadores, teléfonos móviles, pequeños y grandes electrodomésticos y un bono de viaje valorado en 5.000 euros.
Todo se entrega a una sola persona, sin dividir el premio, y con una particularidad importante: el ganador debe encargarse de recogerlo todo por sus propios medios.
Comida para todo un año
La parte gastronómica sigue siendo una de las señas de identidad del sorteo. El lote incluye comida y bebida suficiente para un año, con decenas de conservas, aceite de oliva virgen extra, legumbres y una selección de productos ibéricos de primera calidad. Solo en jamones se cuentan tres piezas de ocho kilos cada una, acompañadas de lomos, chorizos, salchichones y quesos curados.
Todos los premios, salvo el apartamento, están expuestos físicamente en el restaurante. Una zona completa del local se ha habilitado como escaparate permanente, y la piscina ocupa la terraza exterior desde el inicio de la campaña. No se vende ninguna papeleta hasta que el lote está completo y visible, una norma que el establecimiento mantiene cada año como garantía para los participantes.
Cada participación cuesta diez euros y el sorteo se celebra la noche de Reyes, vinculado al cupón de la ONCE. En esta edición se han puesto a la venta 100.000 papeletas y, a pocos días del cierre, ya se ha despachado el 95%. La clientela es tan variada como constante: trabajadores, familias, camioneros y viajeros que descubren el sorteo por casualidad durante una parada.
El impacto ha traspasado fronteras
A través de su página web (en este momento en mantenimiento), el asador recibe pedidos desde distintos países europeos e incluso desde otros continentes. La fama del lote se ha extendido por el boca a boca, las redes sociales y los propios transportistas que recorren la N-IV a diario.
En ediciones anteriores, el premio siempre ha tenido ganador y los agraciados han procedido de distintos puntos del Estado, desde grandes ciudades hasta pequeños municipios. Cada año, el establecimiento introduce alguna novedad para superar la edición anterior, reforzando un sorteo que ya forma parte del calendario navideño de miles de personas.
Lo que comenzó como una simple cesta de barrio se ha convertido, con el paso del tiempo, en un símbolo de exceso, ilusión y tradición popular, levantado en mitad de una carretera nacional donde la Navidad, más que celebrarse, se acumula en forma de premios.