SUFRÍ mucho. Dos horas después de pisar Sevilla me dio alergia o algo, se me debió de cerrar el bronquio y así hice todo el triatlón tosiendo y tosiendo”. El joven bilbaino Jonatan Fernández, enfermo de fibrosis quística, ya ha completado su primer triatlón el pasado mes de mayo en Sevilla y participará en otros tres hasta el próximo octubre. Una caña tremenda para una persona en su estado y que realiza con el fin de hacer visible su enfermedad, una dolencia genética, degenerativa y crónica para la que actualmente no existe cura. El reto de Jonatan son palabras mayores porque debe salir con un carro de fármacos para paliar su fibrosis quística que provoca que no le funcionen bien ni el pulmón ni el páncreas. Lleva su cuerpo casi al límite como un desafío personal y es el segundo reto que afronta para concienciar sobre este problema tras recorrer el año pasado en furgoneta, junto a su pareja y su perro, miles de kilómetros por todo el Estado.

Este atleta lleva entrenando desde el pasado 31 de diciembre con dobles sesiones mañana y tarde, incluidos fines de semana. “Yo me podría mantener haciendo un deporte normal pero quiero enseñar lo que cuesta hacer una vida, entre comillas, normal a una persona con fibrosis quística”. “Si me ves por la calle o cuento mis entrenamientos, no pensarías nunca que tengo afectación pulmonar y pancrática ni otras muchas cosas en las que deriva esta dolencia porque es totalmente invisible hasta que no llega a un estado muy avanzado”, explica.

Jonatan Fernández, que tiene en la actualidad 29 años, fue diagnosticado de fibrosis quística a los dos meses de nacer. En su caso, tiene afectada su capacidad respiratoria debido a que se le bloquean los pulmones, así como el páncreas. “Es muy importante diagnosticarla desde el nacimiento. En los años 90 no había la prueba del talón que la detecta. Fue gracias a mi madre que enseguida vio que comía pero no engordaba, que sufría diarreas, y se puso pesada con los médicos e insistía e insistía con que a mí me pasaba algo”, relata.

Jonatan ha pasado su primera prueba de fuego en Sevilla. Y lo ha pasado mal. Pero va a por la segunda, el próximo domingo en Madrid y la del 14 de septiembre en Valencia, en la modalidad de triatlón sprint. La cuarta se celebrará en Bilbao el 5 de octubre y será en la modalidad olímpica, con el doble de distancia tanto en natación, como bicicleta y carrera a pie.

Para prepararse, realiza dobles sesiones de entrenamiento bajo la supervisión de un entrenador, un fisio y un médico que controlan la evolución de sus síntomas. En ese sentido, Fernández pone sobre la mesa, las ventajas del deporte para mejorar su calidad de vida ya que desde que comenzó a entrenarse su aspirometría ha mejorado un 30%. “Ha subido un poquito. Cuando hice el viaje en la furgoneta había bajado y con el deporte hemos conseguido que suba bastante y eso para alguien con fibrosis quística es un gran logro”. La dolencia le acarrea otros problemas. “Cuando sudamos, todos perdemos sales, pero yo pierdo el doble o el triple, lo que supone que, cuando hago deporte, tengo más dificultades y más calambres y fatiga. A todo esto hay que sumar el tema del pulmón y las infecciones”. Además justo ahora acaba de salir de un ciclo de antibióticos y asegura estar reventado por los efectos secundarios.

Fernández, con la colaboración con la Asociación de Fibrosis Quística del País Vasco (Arnasa), rodará un documental que recogerá el día a día de su patología y los efectos de la práctica deportiva. Además plasmará el esfuerzo que requiere una prueba con estos niveles de exigencia para “mostrar todo lo que hay detrás” de esta enfermedad.