ACIÓ siendo Amalia, un nombre de origen griego que equivaldría, en la lengua de La Ilíada y LaOdisea, al término labor; pero a su muerte, 82 años después, le conocían como Ameli. Había perdido una "a" en la travesía y un punto de grandeza a costa de ganarse el reconocimiento de tanta y tanta gente que ama la diversión, a costa de un pueblo en fiestas. Le llamaremos por tanto Ameli, un cariñoso y bien ganado nombre.

Nacida en el año 1926, tuvo que sufrir los duros sinsabores del 36 y como niña de la guerra estuvo acogida, lo mismo que su amigo Luis de Castresana, en Bélgica hasta el término del conflicto bélico. Desde muy joven tuvo que ponerse a ayudar en la carbonería de su aita y posteriormente a su familia con su lonja en la calle Ronda que, junto con la de Josefina, de Iturribide, eran las dos tiendas de referencia del Casco Viejo para cambiar aquellas novelas de bolsillo de Marcial Lafuente Estefanía, Corín Tellado, Ken Norton o Klark Carrados y tebeos de la época como El Guerrero del Antifaz, Pacho Dinamita, Roberto Alcázar y Pedrín,Jeque Blanco, Toni y Anita, Aventuras del FBI, Chicas o Florita. Era, como tantas y tantas personas de su época y entorno, una buscavidas.

No perdió jamás la sonrisa en esa supervivencia. Ni el ánimo por vivir el Botxo en primera persona y con alegría. Fue por ello parte entusiasta de aquel 1978, disparado para recuperar las fiestas populares, sumándose a la konpartsa Txinboak del Casco Viejo. Ésta tenía su sede en una de aquellas enormes lonjas de la calle Ronda que los mayoristas de fruta habían abandonado para trasladarse al nuevo Mercabilbao. Casi una década duró la vida de esta agrupación botxera pero Ameli, culoinquieto por excelencia, se incorporó con fuerza en la singular Tintigorri que, cuando funda su peña taurina, le acoge con agrado. No en vano, Ameli era hija de Carbonerito, un torero aseado, según decían.

Esta mujer bilbaina a la antigua usanza sacaba tiempo para cuidar a su padre y a su marido, ambos delicados de salud; y atender a su hijo mientras colaboraba, ayudada por su octogenaria amatxu, que preparaba los bokatas, tratando con los proveedores de las barras de Tintigorri en su peregrinar por locales de las Siete Calles. Incluso acudiendo como delegada a las reuniones de la Coordinadora de Konpartsas, y si era menester llevando la contraria a los suyos si no lo veía bien. No por nada había sido bautizada por Don Claudio y aquello daba prestancia.

En 1998 Bilbao la reconoció como Txupinera de Honor, cuando ya en Tintigorri le llamaban superabuela. A su muerte le incineraron con el uniforme, como quiso, junto a Nuestra Señora de las Fiestas, su adorada Marijaia.

Protagonista: Ameli Jauregizar

Gesta: Vivió exilio en Bélgica durante la guerra civil, como tantos otros niños y niñas de la guerra; y era hija del torero 'Carbonerito'. Cambió novelas de amor y de western en la calle Ronda y en 1978 ya comenzó su singladura en la Aste Nagusia hasta convertirse, en 1998, en Txupinera de Honor.