Un total de 5.754.931 ciudadanos están llamados a fijar hoy el rumbo de Catalunya, que no se descarta que pase por una nueva convocatoria electoral. Los caprichosos números pueden dejar un Parlament ingobernable donde los vetos cruzados hagan imposible la configuración de un Govern estable. Todo apunta a una victoria del socialista Salvador Illa, que ya se impuso en la última contienda y que puede ver cómo de nuevo la suma no le da, en tanto que la única opción que tendría para subirse al trono de la Generalitat y arrancar la nueva era que predica sería a través de un pacto por la izquierda con Esquerra o retomar la antigua sociovergencia con Junts, y se intuye complicado que las fuerzas independentistas quieran dar este paso, siendo como son decisivas en Madrid. Tampoco se prevé que en esta ocasión el soberanismo pueda alcanzar la mayoría absoluta. Republicanos y posconvergentes han acrecentado en campaña su batalla personal y apostar ahora por el armisticio, bien para entronizar otra vez a Pere Aragonès o para restituir a Carles Puigdemont, suena a ciencia ficción cuando, además, estarían obligados a contar con el apoyo de la CUP, o lo que es peor, de esa marca ultraderechista que se autocataloga como secesionista que es la Aliança Catalana de Silvia Orriols.

Los comicios llegan además con las elecciones europeas en puertas, o lo que es igual, con Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo manteniendo su duelo particular. El líder del PSOE confía en que esta noche no le pase factura, sino todo lo contrario, la reflexión sobre su continuidad con que arrancó explosivamente la campaña catalana, para demostrar que su política del reencuentro, con la amnistía como herramienta, también se ha entendido en Catalunya, al igual que en Euskadi. El máximo dirigente del PP, por contra, espera que los socialistas no rubriquen una victoria holgada y poder dar el sorpasso a Vox para erigirse como abanderado de la oposición y del constitucionalismo en el feudo catalán, una vez que todo apunta a que engullirá a Ciudadanos, que firmará su desaparición definitiva.

El órdago de aragonès

En el polo soberanista, Aragonès puede salir muy mal parado del adelanto electoral que propició cuando Junts y los comunes frustraron sus Presupuestos “sociales”. Con su decisión trató de pillar deprisa y corriendo a Puigdemont, que sin embargo ha captado todo el foco –excepto el que le hurtó Sánchez– con sus mítines desde la Catalunya Nord, y a quien parece que le sonríen más las expectativas. El president en el exilio, al igual que su partido, ha pasado de estar hace solo un año languideciendo a otear la posibilidad de auparse al Palau. Por su parte, la llamada izquierda confederal vislumbra otro correctivo presentándose como la marca afín de Sumar y sin rastro de Podemos en sus filas. En todo caso, la Cámara catalana contará con tal fragmentación que, por mucho que quieran aparcar el procés, no hay visos para demasiado entendimiento.

Con 243.000 jóvenes que se incorporan por primera vez como votantes y 130.864 electores más que en 2021, apenas el 1,95% del censo ha votado ya por correo, lo que hace temer una elevada abstención. De hecho, los indecisos, que en plena campaña se cifraban en torno al 40%, pueden ser quienes decanten la balanza en una jornada donde se resolverá el pulso entre Illa y Puigdemont, y si en verdad Aragonès no entraba en las quinielas.