bilbao - El Gobierno vasco aludió ayer con prudencia a la situación navarra a preguntas de los periodistas. Evitando cualquier injerencia y con un socialista, el consejero Arriola, sentado a su vera, el portavoz Josu Erkoreka no quiso valorar las presiones de la dirección federal del PSOE para que su candidata navarra desista de liderar un gobierno de progreso con el argumento de que tendría que apoyarse en la abstención de la izquierda abertzale. El portavoz quiso pronunciarse en un tono constructivo y dio la vuelta a la polémica, asegurando que el pacto que tienen en la comunidad autónoma vasca PNV y PSE puede servir de “modelo” para otras instituciones. El PNV es uno de los integrantes de Geroa Bai, y su apuesta es que se mantenga el cambio en Nafarroa y se evite un regreso a las políticas de confrontación de la derecha.

“Podemos poner en valor una fórmula de gobierno, la que sustenta el Ejecutivo vasco, que está arrojando excelentes resultados, está siendo bien valorada por la ciudadanía y puede ser un modelo para otros contextos, porque pone énfasis en la estabilidad, lanza un mensaje de confianza y lleva a cabo una gestión centrada en la sociedad”, defendió.

Lo que sí espera abiertamente el Gobierno vasco es que se mantenga la colaboración con Nafarroa en contraposición a los años de gestión de UPN, que vivió totalmente de espaldas a la comunidad autónoma vasca a pesar de los nexos comunes en materia de idioma, cultura e historia. La llegada de Uxue Barkos supuso retomar la cooperación institucional con normalidad y potenciar la Eurorregión con Aquitania, donde se impulsan inversiones muy importantes en materia de infraestructuras y en otras políticas.

El Gobierno vasco se limitó a colocar como modelo el pacto PNV-PSE, que está vigente en el Ejecutivo de Gasteiz, las tres diputaciones, las tres capitales y buena parte de los ayuntamientos de la comunidad autónoma. También en el Congreso de los Diputados, el PNV se ha destacado como uno de los socios más leales del presidente Sánchez, que no ha tenido ningún reparo en hablar del apoyo jeltzale en contraposición a las estrategias de ruptura que defienden a su modo de ver JxCat y, en general, también ERC. Lo que parece que frena ahora a Sánchez en Nafarroa es que un gobierno de Chivite tendría que contar con las abstenciones de EH Bildu, algo que él también tuvo que hacer, e incluso con mayor intensidad con votos a favor, cuando la izquierda abertzale era necesaria para avalar sus decretos sociales.

El Gobierno vasco observa con atención lo que pueda ocurrir en Nafarroa porque de ello va a depender la continuidad de la relación con el territorio. Arriola, por su parte, no quiso pronunciarse porque lo haría como socialista y ayer comparecía como consejero. - M. V.