Hilario Azkarate, Jesús García Ariño, Iñaki Gorostiza y Mikel Urrutikoetxea habían sido los únicos cuatro vizcainos en domar el Manomanista, la competición más importante y exigente de la pelota a mano profesional. Dicen que es la que da y la que quita. Por algo será. Aitor Elordi es el quinto campeón de Bizkaia tras ocho años de espera desde que Urruti se incorporara a la lista. El mallabitarra, además, conquistó este domingo en Bilbao el cetro ante Jokin Altuna, un superclase. Fue contra pronóstico, pero cerró la final con un 18-22. El Manomanista unge a Elordi de colorado durante todo un curso en el que nacen nuevas responsabilidades. Tiene aroma a estrella que se instala en la pléyade manista. Por todo ello, la fiesta de celebración fue populosa –unos 180– y especial. Mallabia se fundió con el chaval que hace un curso estaba en Promoción y cuya explosión ha pillado a casi todo el mundo de imprevisto. A él no. Lo contó en esta cabecera unos días antes de arribar en la final del frontón Bizkaia de Bilbao: tenía el “presentimiento” de que iba a llegar arriba. Sí, hasta el infinito y más allá. El 16 de junio estrenará la camiseta colorada en Mallabia.

¿Qué se le pasa por la cabeza al levantarse de la cama como campeón? 

—Que ha sido un logro muy grande. No solo para mí, sino también para mi entorno y para mi pueblo, Mallabia. Se vio reflejada esa pasión cuando llegué al pueblo. Lo vivimos muy eufóricos y disfrutamos mucho de la fiesta. Al llegar, vi más gente que en fiestas.

Dijo al término de la final del frontón Bizkaia de Bilbao que sí se creía todo lo que le estaba pasando, pero ¿es capaz de asimilar todo lo que le ha sucedido y lo que le viene por delante?

—El tiempo me ayudará a asimilar todos los estímulos. Intuyo un poco cómo va a ser lo que me viene. Las dos primeras semanas serán las más bonitas, seguro. Después, llegarán situaciones críticas, momentos complicados. Tendré la etiqueta de favorito y sentiré más presión. Tengo que gestionar todos esos factores lo mejor posible para que sigan llegando los frutos.

“Esta txapela da vida a las escuelas de pelota de Bizkaia. Siempre hace especial ilusión que salga un campeón del territorio”

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Aitor Elordi, campeón del Manomanista Borja Guerrero

Se le abre un nuevo camino. Hay un cambio de rol. 

—Este año me tocará ser el referente de la empresa. Soy consciente de que deberé dar la cara en muchas situaciones. Tengo claro que me queda un año en el que saldré todos los partidos vestido de colorado. Tiene su lado bueno y su lado malo. Estos primeros días son preciosos, de disfrutar. Lo que vaya viniendo lo gestionaré lo mejor posible. Lidiaré con esa presión.

Desde luego, le espera un verano bien distinto al de 2022, en el que estaba inmerso en teloneros. 

—Tengo por delante unos meses con muchos partidos y compromisos. Bastantes duelos y pocos días de descanso. Tendré que estar lo mejor posible en todos los aspectos, físicamente, psicológicamente y de manos, para afrontar todo lo que me queda. Espero cumplir.

Acaba su contrato en marzo. Se ha ganado la mejora con Aspe.

—Creo que toca. Hasta ahora he hecho todo lo que ha estado en mi mano y más no puedo hacer. La renovación, de todos modos, es algo que no depende de mí. Es algo que parte de la empresa y tiene que dar ese paso. Opino que llegará.

“Soy el claro ejemplo de que el que trabaja puede conseguir su recompensa. He cumplido uno de mis sueños”

Llevará toda campaña el gerriko colorado, pero seguirá siendo el Elordi currante de siempre. ¿Es el ingrediente fundamental de la receta que le ha hecho llegar al éxito?

—Por supuesto. Soy una persona con la cabeza muy bien amueblada gracias a lo que he vivido. Haber ganado dos txapelas en un año no es algo que me vaya a cambiar en mi forma de pensar. Voy a seguir trabajando igual, concentradísimo en los entrenamientos durante la semana y con nuevos objetivos.

Bronce en el Cuatro y Medio y campeón del Parejas y el Manomanista. El listón está altísimo, ¿no? 

—Una de mis principales metas es mantener el mayor tiempo posible el nivel que he tenido los últimos meses. He conseguido lo máximo que se puede lograr en la pelota y quiero continuar en este camino. Nos enfocaremos en ello y pondré toda la carne en el asador para que sea así. Sé que no van a llegar siempre las txapelas, porque hay una competencia constante. 

“Este año me tocará ser el referente de la empresa. Soy consciente de que deberé dar la cara en muchas situaciones”

Eso sí, su nombre ya está en la historia de la pelota a mano. 

—Eso no me lo va a quitar nadie. Cuando pasen los años, eso permanecerá. Los que vienen por detrás lo verán. Es algo que me llena mucho. Fíjese, hace unas semanas me mandaron una foto en el Kantxa, un bar que está al lado del Labrit y que tiene todo el palmarés del Manomanista, con mi nombre escrito a bolígrafo en el 2023. Ahora quedará ahí para siempre.

En la final ante Altuna III no comenzó con su salida en tromba, con la que ha sabido manejar los partidos del presente mano a mano, pero sí que asumió una marcha más cuando pintaban bastos, perdiendo 14-11 ante un gran campeón. 

—Sí. Todo el mundo estaba pensando en eso. Cuando se vio que no había hecho la tacada con la que solía empezar los partidos hasta ese momento, muchos creyeron que tenía la final perdida. Gracias a cambiar la dinámica, llegué a 22. En vez de dar el paso atrás, fui hacia delante. Arriesgué. Muchas jugadas me salieron. Estoy agradecido por la decisión que tomé. Gran parte de la txapela está en ese detalle. Al principio, pese a tener el saque, empecé más a la defensiva. Veía que él me dominaba. Me di cuenta de que tenía que cambiar. Merecía la pena el riesgo. 

¿Le ayudó llevar la final planificada de antemano? 

—Sí. Este Manomanista he llevado la iniciativa desde el primer tanto, pero este domingo cambiaron las tornas.

Muchas veces se habla de salir sin nada que perder y no es fácil. Usted, en cambio, lo puso en práctica en ese tramo en el que todo parecía en su contra; al menos, en el marcador. ¿Fue otra de las claves? 

—Así es. Todo el mundo puso la presión a Jokin. Es normal. En mi caso, también me tocó gestionar mis momentos en el partido. Se me puso cuesta arriba al principio. Saber que hay todo un Altuna III que te lleva cuatro tantos por delante es complicado. Incluso yendo con el marcador a favor, contra él siempre existe el miedo a que te dé la vuelta al marcador. Imagínese cuando es el amezketarra el que tiene el resultado favorable. De todos modos, haber conseguido hacer lo que normalmente hace un pelotari como Altuna, y más en una final, tiene mérito. Hice un partido completo. 

“Aun con el marcador a favor, contra Jokin Altuna siempre existe el miedo de que te dé la vuelta al partido”

Aitor Elordi, campeón del Manomanista Borja Guerrero

Aunque no esté en su mejor versión, Jokin es tan competitivo que lleva al límite a cualquiera. 

—Altuna III siempre juega los partidos con el cuchillo entre los dientes. Cada opción que le regalas no la desaprovecha. Este domingo también lo dejó claro. Se me complicó la final porque, teniendo el tanto hecho, entregué pelota. Gracias a que seguí currándomelo, le di la vuelta. Al final, logré llegar a 22 y cumplí mi objetivo. La txapela se vino para Mallabia. Es un gran logro.

¿Qué sabor tiene esta txapela? 

—Es la de la fe en uno mismo y la recompensa al trabajo. Resume mi carrera. Muchos pelotaris consiguen dar el salto al profesionalismo y en poco tiempo logran resultados al más alto nivel, pero a mí me ha costado lo mío. Durante estos siete años he vivido situaciones de todo tipo. Eso también ayuda a afrontar este tipo de partidos. Es una txapela que condensa mi trayectoria.

También es un título a la cabeza fría y la serenidad en la cancha. 

—Estuve centrado en lo mío durante todo el partido. Cuando las cosas se complicaron, tampoco me salí de la cancha. Estuve enchufadísimo. Al cambiar el signo de la final, continué en la misma tónica. Física y mentalmente me mantuve fuerte para llevarme la txapela.

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En 2015 ganó Mikel Urrutikoetxea el último Manomanista para Bizkaia. Usted lo hace ocho años después. ¿Se siente un referente? 

—Es bonito. Es algo que da vida a las escuelas de pelota que hay en Bizkaia. Siempre hace especial ilusión que salga un campeón del territorio. Para todos los niños y niñas que entrenan a diario es algo positivo. Me hace especial ilusión. Es una cosa muy bonita.

¿Es un ejemplo? 

—Es la clara muestra de que el que trabaja puede conseguir su recompensa. En mi caso ha sido así y estoy muy satisfecho. Desde el primer día he tenido la mentalidad de trabajar. Al principio, piensas en mejorar cada semana. He ido creciendo a cada paso y los sueños son más grandes. He cumplido uno de ellos.