La estadounidense Katie Ledecky volvió a demostrar que no tiene rival en la prueba más larga y sumó su sexto título de campeona universal de los 1.500 libre, tras imponerse ayer en la final de los Mundiales de Singapur con un tiempo de 15:26,44 minutos. Un registro que demostró que a sus 28 años sigue teniendo cuerda para rato, tras firmar en el Arena de Singapur la quinta mejor marca de todos los tiempos.
Pero pudo ser todavía mejor, ya que la norteamericana, que se dio a conocer al mundo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en los que se colgó el oro en los 800 metros con apenas 15 años, mediada la prueba nadaba más de 2 segundos menos que su récord mundial. Un trepidante ritmo de carrera que no pudo mantener en el segundo tramo de la prueba, en el que poco a poco se fue alejando no sólo ya de su plusmarca universal, sino de los 15:24,51 minutos, la segunda mejor marca mundial de todos los tiempos, que la estadounidense firmó el pasado abril.
Circunstancia que no impidió a Ledecky aventajar en más de 5 segundos a la italiana Simona Quadarella, que se colgó la medalla de plata con un crono de 15:31,79 minutos, nuevo récord de Europa. Completó el podio la australiana Lani Pallister, que acabó colgándose el bronce con un registro de 15:41,18.
Un triunfo que permitió a Ledecky superar a su compatriota Ryan Lochte y situarse como el segundo nadador, hombre o mujer, con más medallas en la historia de los Mundiales con un total de 28 metales, 22 de ellos de oro. Impresionante registro que sólo supera el legendario Michael Phelps, ganador de 33 medallas –26 oros, 6 platas y 1 bronce– en los seis mundiales que disputó entre 2001 y 2011.
Mucho más incierta se presentaba, a priori, la final de los 100 espalda, escenario de un nuevo duelo entre la estadounidense Regan Smith, la plusmarquista universal, y la australiana Kaylee McKeown, campeona olímpica y mundial. Pero al igual que ocurrió en las finales de los dos últimos Juegos Olímpicos o en la de los Mundiales de Fukuoka 2023, o en realidad como casi siempre que ambas se han enfrentado en una gran competición internacional, el triunfo fue para la oceánica. De nada le valieron a Smith las 22 centésimas con las que afrontó el último largo, en el que McKeown impuso su mejor final para colgarse con el oro con un tiempo de 57,16 segundos, 19 centésimas menos que la norteamericana.
David Popovici, vigente campeón olímpico, volvió a demostrar que nadie puede hacer frente a su impresionante velocidad terminal, tras imponerse en una final de los 200 libre en la que afrontó el último largo con una desventaja de seis décimas. Una diferencia que hubiera condenado a la derrota a cualquiera. Pero nada parece imposible para el fenómeno rumano, de 20 años, que se alzó con la medalla de oro con una marca de 1:43.53 minutos.
En una final de los 100 espalda en la que todas las miradas se centraban en el italiano Thomas Ceccon, vigente campeón olímpico y plusmarquista universal, y el ruso Kliment Kolesnikov, que regresaba hambriento de gloria a la competición internacional, el triunfo fue para el sudafricano Pieter Coetze.
Si sorprendente fue el triunfo de Pieter Coetze, inimaginable era el de la alemana Anna Elendt, que se impuso con un tiempo de 1:05,19 minutos en la final de los 100 braza. Elendt, plata en los Mundiales de Budapest, aventajó en 8 centésimas a la estadounidense Kate Douglass, la campeona olímpica de los 200.