BILBAO. Surca el cielo con su montura. Máquina sin alas asemejada a los Grifos de la mitología griega. Entre las gradas se respira gasolina, fuego y goma. El neumático resbala ante las rampas y corta el viento. El jinete, como un intrépido jockey, se mueve elásticamente de forma estética. Es el freestyler.
De pequeño ya tenía contacto con las motos. ¿Qué incita a alguien a montarse y comenzar a hacer piruetas en el aire?
Empecé a hacer motocross y supercross con 9 años, pero cuando probé el freestyle, a los 15, me gustó mucho. La verdad es que me encanta saltar y hacer piruetas con la moto y eso me animó de decidirme. Además, esta modalidad implica mucha adrenalina y riesgo, lo cual me motiva mucho. En estos eventos también es muy importante la gente que nos rodea.
¿Recuerda sus motos?
He tenido un montón. Recuerdo la primera moto que me compré. Fue una Mecaterno de 49 con la que empecé a dar mis primeros saltos.
Demasiada inversión económica.
Mi familia se ha sacrificado mucho para que yo tuviera estas oportunidades. No he tenido facilidades en las motos.
Está considerado usted uno de los mejores del mundo en su especialidad. ¿Qué se necesita para llegar tan alto en el freestyle?
Lo que necesita un piloto para llegar a la cumbre de la disciplina es mucho entrenamiento. Otro de los pilares es no tener miedo. Eso es esencial.
¿Solamente eso?
Además debes sentirte muy seguro de tí mismo.
También habrá sufrido muchos percances...
No podemos tomarnos la libertad de pegarnos muchos piñazos, porque cualquier golpe se paga muy caro. Lo cierto es que nos lesionamos con facilidad, ya que es un salto grande y con los trucos que se están consiguiendo últimamente, con un fallo, podemos hacernos mucho daño. Hay que tener en cuenta que volamos muy alto.
¿Se requiere mucho entrenamiento? ¿En qué consiste?
Para entrenar ando mucho en moto. Pienso que para estar muy preparado se debe estar siempre en contacto con la moto. Así consigues mucha más seguridad en ti mismo y en la máquina. Además, lo compagino con sesiones de gimnasio en los que fomento la elasticidad, muy necesaria en nuestra modalidad.
¿Aunque les consideren locos?
Realmente requiere mucha meditación previa y pensar mucho las cosas. Un loco nunca podría hacer estos saltos, hay que estar muy cuerdo para poder embocar bien la rampa y saltar como lo hacemos.
Y rozan lo imposible.
Lo que hace unos años era impensable lo estamos haciendo ahora. La verdad es que parándome a pensar no sé dónde puede estar el límite del freestyle.
¿Qué siente antes de saltar?
Antes de la pirueta solamente pienso en la moto y en lo que tengo que hacer. No me planteo para nada lo que hay fuera de la pista.
¿Y cuando está en el aire?
Cuando estás arriba del todo no sientes nada por lo concentrado que estás. No puedes ni pararte a pensar en las sensaciones.
¿Cuál ha sido su mejor recuerdo en un evento de esta modalidad?
La competición que más me ha gustado fue la Red Bull X-Fighter de Madrid, en la que conseguí la victoria en la plaza de toros de Las Ventas. Pero todo evento de freestyle siempre sorprende, ya sea por el público, el ambiente o la competición en sí misma. Cuando sales a competir, con todo el público gritando y animando, se siente algo especial, que no se puede explicar.
No es la primera vez que da una exhibición de estas características...
Hemos hecho otras en México y Madrid y, siempre acude mucha gente a vernos.
Ha visitado Bilbao en otras ocasiones, ¿qué gusto le deja la Villa?
En Bilbao he estado en varias ocasiones y he estado muy bien. He comprobado que hay muy buen ambiente y espero que este año también haya mucha gente tanto en la competición de supercross como en la exhibición de mañana (por hoy).