Cantaba Barricada allá por mediados de los ochenta que “esta es una noche de rock & roll”. Tal era el título y el machacón estribillo de uno de los temazos que condujo al éxito a la banda de la Chantrea. Pues ayer, en el bilbaino barrio de San Ignacio, que se encuentra en plena celebración de sus fiestas patronales, había rock & roll, pero no noche.
“En 2015 consideramos que a las fiestas del barrio les faltaba actividad entre semana, algo que se desarrollara en un horario que permitiera a la gente volver a casa en metro”, explicaba Asier ‘Papos’. Es un histórico de la organización del Sani Rock, festival que ofreció ayer por la tarde, a partir de las seis y media, un concierto gratuito. Hablamos de rockeo-tardeo, una fórmula que habría que atribuir al personal de San Ignacio cuando triunfe en Europa y la revista Rolling Stone se pregunte por sus orígenes.
El festi se remonta a finales de la primera década de este siglo, impulsado entonces por la asociación cultural del barrio, Kabia.
Recuerdan que algún año no se celebró. Fue recuperado en 2011 para rendir homenaje a un conocido vecino del barrio. Y, como si de un Guadiana festivalero se tratara, desapareció hasta 2015. En ese momento, un grupo de amigos se puso manos a la guitarra. “Al principio éramos cuatro, pero ahora ya ha ido entrando gente nueva y actualmente somos muchos más”, apunta ‘Papos’. Por ejemplo, Iker Alonso, Markel Montaño, Ainhoa Etxautz y Marina Iturri. Quien quiera, se apunta y arrima el hombro.
“Siempre programamos entre tres y cuatro grupos, depende de cómo veamos que tenemos el asunto planificado, porque la mayoría de los años ha sido autogestionado económicamente al cien por cien; ahora ya contamos con otras soluciones”, concluye un atareado ‘Papos’. Está ocupado en tratar de conseguir que el grupo que ensaya suene a su gusto bajo la tranquilizadora carpa de la plaza de Levante. Se trata de Iker Martín, Peio Bilbao, Martín Hernández y Jon Sortelli, de Algorta, que forman el combo de rock progresivo en euskera, Xumel. Hay seguidores entre el público con camisetas de la banda. Les ha ido a escuchar, por ejemplo, Beñat Kabrejas. O Irati Zorraquino. Y el productor musical Asier Zubelzu.
En ese momento llega a la zona un Primera dorado. Son Nekktar. Dos chicas y un chico durangarras que sacaron los intrumentos del maletero mientras sonaban los primeros temas de Xumel. Lo de Alaia Cruz, Nerea Ugarriza e Ibón Azpiri es, en palabras de este último, “punk alegre, acordes mayores”. Llevan un año y medio tocando. Les va bien.
Poco después, asomaron con sus bártulos musicales María Municio, la frontwoman Belén Barbat y Willie Larrea, Las Sexpeares, nombre que ya corre por los mentideros de quienes arman los circuitos indie-punk.
Se encontraban ayer en el Sani Rock las gentes del Musikadero: Marco Camona, Enma Brown, Javier González, Endika Ibarra e Iñigo San Martín, además del histórico Julen Egia.
Forman parte de la tercera generación de integrantes de Musikadero Musika Elkartea, entidad que se fundó hace más de dos décadas en Enkarterri para “apoyar bandas emergentes y la cultura underground” según relataba Javier González. Entre otras historias, organizan el Udaberri Azido de Zalla, festival que suma cuatro ediciones. Y, además, son quienes prestan el equipo de sonido para que suene el Sani Rock. “Son colegas”, subrayan.
Estaban en la plaza de Levante, entre otras muchas personas, bien del barrio, bien visitantes, Maialen Zurdo, Josu larrondo, Markel San Miguel, Iban Iriarte, Matías Rodríguez, Miel Corrales, Endika Ibáñez, Nagore Albizuri, Maitane Yarza, Gonzalo Hernández, Mikel Rioja, Aitor Leguina, Jon Ruiz o Xabi Agiriano, Gorka Haya, Aritz Caballero, Ander García, Iñigo Piñeiro, Esther Campo o Natalia Durán.