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Rojo sobre blanco

Poca sorpresa en el Athletic

La revisión cronológica de los partidos impide extrañarse de que hayan llegado las derrotas, que pronto se sabrá si responden a una mala racha u obedecen a algo peor

Poca sorpresa en el AthleticEFE

El comportamiento de un equipo se ha de valorar por sus méritos y deméritos, así como atendiendo a las circunstancias de cada partido, sobre todo la identidad del rival. El Athletic ha pasado de resolver tres cruces seguidos con marcadores ajustados ante equipos inferiores (Sevilla o Rayo) o de similar entidad (Betis)a sufrir igual número de derrotas, dos ante oponentes más modestos (Alavés y Valencia) y en medio una muy asumible contra el Arsenal, un gallo en Premier y en Champions.

El Valencia-Athletic, en imágenesAgencias

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Descontado el duelo con los ingleses, contra quienes paradójicamente dio la talla pese a la complejidad de la cita, el Athletic ha brindado un mediocre comienzo de temporada. Ya en las ocasiones en que sumó los tres puntos se comprobó que no carburaba a satisfacción, realidad maquillada en el marcador. Desde la jornada inaugural hasta la fecha, le ha faltado consistencia, ha sido irregular y poco fiable. Anda lejos de ofrecer 90 minutos que dejen satisfecho al personal y no se trata de pedir imposibles o la perfección, sino un rendimiento acorde a su potencial teórico o que recuerde al bloque insaciable de cursos anteriores.

A ratos trabaja bien, protagoniza fases interesantes o esperanzadoras, pero las alterna con otras que dejan frío al personal, momentos en que pierde el hilo del juego sin motivos aparentes, concede mucho y se mete en auténticos berenjenales. A veces sale indemne, como el día del Sevilla, o la fortuna le sonríe, como ante el Betis, pero hay días en que sus carencias le condenan sin remisión.Ocurrió en el derbi con un Alavés trabajador y con menos filo que una patata o el pasado fin de semana en Mestalla frente a un grupo desbordado por la responsabilidad y machacado por su gente, o sea una perita en dulce.

La revisión cronológica de los partidos impide extrañarse de que hayan llegado las derrotas, que pronto se sabrá si responden a una mala racha u obedecen a algo peor. Solo quienes prefirieron eludir el análisis y dar todo por bueno porque con el saco rebosante de puntos la vida les parecía maravillosa, podrán decir ahora que están sorprendidos o que lo del sábado fue un simple accidente. Sin embargo, no cabe hablar de un giro en los acontecimientos. Los éxitos del inicio han terminado por compensarse con los tropiezos recientes debido a que el equipo sigue haciendo las cosas igual.

Si no estás fino, más pronto que tarde toca abonar la factura. Y se ha pagado coincidiendo con una semana de tres partidos, dato que de paso confirma un déficit de energía que encaja mal con el perfil del equipo y ya se intuyó previamente. Algunos hombres emiten síntomas negativos en la faceta física. Quizá el caso más llamativo sea el del capitán, un portento en dicho aspecto. No es el único: Sancet, Galarreta, Maroan, Navarro, Yuri o Areso tampoco se hallan a punto. Mucho titular que acusa la exigencia. Por supuesto que aún es temprano y el momento óptimo se dará más adelante, pero es que el Athletic necesita correr para ser competitivo.

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El bache, dejémoslo en esto, se asocia especialmente a la ausencia de gol. Es la tendencia predominante. Normal: sin gol el éxito se convierte en una quimera. Valverde no disimula, sus arietes específicos no le llenan y sacrifica a Iñaki Williams en un puesto donde nunca estuvo a gusto; Sancet es de momento la mitad de sí mismo, Navarro nunca ha sido goleador y Nico, en la enfermería. ¿Cuándo saldrá? ¿Cuándo volverá a ingresar? Berenguer funciona, pero es el único y no es de goma.

El problema trasciende a la poca inspiración de los de arriba pues, aunque lleve firma, el gol es fruto del trabajo colectivo. Y la media tampoco ha aportado una distribución ágil y precisa, los laterales o han subido poco o no han colgado balones aprovechables y en esto es llamativo el nulo impacto de Areso, acaso en período de adaptación. Y la estrategia no ha rendido beneficios. Un cúmulo de factores que viene a ratificar la impresión de que el equipo posee un amplio margen de mejora. Conviene que reaccione rápido porque el otoño, que arranca hoy, se las trae.