El equipo formado por Carlos Martínez y Michael Robinson ha engrandecido durante 30 años el fútbol en televisión, desde Canal+ y Movistar, sucesivamente. Ya podía ser un encuentro tedioso y feo que entre ambos lo salvaban. Lo que uno narraba, el otro lo analizaba sin reiteración. Ahora ese tándem pierde un pedal y la marcha se detiene, precisamente cuando los estadios han enmudecido, como el mundo entero, a causa de una pandemia abrumadora. Robinson, el castizo, se ha ido con su sonrisa y buen criterio y nos deja náufragos y sin una de las razones por las que un partido valía la pena ser visto por la tele.

Michael se ganó el privilegio de tener programa propio y a su nombre. Informe Robinson era una penetración en la vida real del deporte y de sus grandes y pequeños héroes. Amigo del fútbol vasco, con Robinson te sentías como con ese aficionado que se sienta a tu lado en San Mamés, divertido y sabio del balompié que hace inteligentes observaciones sobre el juego y con quien te ríes e incluso compartes el bocata. Menos irte tan pronto, Michael, no podrías haberlo hecho mejor.