UN año en la vida de una entidad holgadamente centenaria es un tiempo breve, pero concede una perspectiva válida para analizar el arranque del mandato de una directiva. De hecho, hoy está anunciada la exposición del balance de Aitor Elizegi ante la prensa. El enfoque del mensaje institucional es previsible y se apoyará en una realidad incontestable, cuál es la trayectoria del primer equipo. Nada hay más importante, pues nada condiciona tanto, para bien o para mal, la nota que reciben los inquilinos de Ibaigane.

La competición como termómetro de la salud de un club de fútbol resulta un argumento de fácil comprensión para el socio, que ante todo quiere ver ganar a su equipo, sabedor de la influencia directa que ello ejerce en el ámbito económico, su otra gran preocupación. El Athletic de Gaizka Garitano camina avalado por unos datos que superan las sensaciones que transmite. La estadística manda sobre la imagen, el pragmatismo se impone a las emociones. El problema de los actuales dirigentes es que no pueden, o no deberían, capitalizar los logros de un técnico y una plantilla que sencillamente heredaron.

La mano de la directiva apenas se ha dejado sentir. Los refuerzos que acometió el pasado enero han sido superfluos y las bajas decididas obedecieron más a la pura inercia de los contratos que finalizaban que a criterios profesionales. La impresión es más negativa si se profundiza en las formas empleadas con Susaeta, que denotan una falta de sensibilidad llamativa en medio de las constantes y cansinas apelaciones al sentimiento de pertenencia y cuestiones de similar índole tan del gusto del presidente.

La directiva se ha beneficiado de que la estructura del primer equipo le viniese dada porque ha funcionado. Más no puede pedir quien con las elecciones a la vuelta de la esquina no tuvo empacho en hacer suyo un plan deportivo ajeno porque carecía de uno propio. Elizegi contrató la idea y a sus propietarios intelectuales, descolgados de la carrera electoral cuando su candidato, asustado por el riesgo económico que entrañaba la aventura, renunció a oficializar su plancha.

Esta significativa maniobra figura como anticipo del talante que inspira lo que Elizegi y su directiva entienden por gestión. Lo cierto es que el asunto se pasó por alto el último 27 de diciembre, tal como certificó el escrutinio saldado con el exiguo margen de 85 papeletas. Doce meses después, el seguimiento de las múltiples iniciativas y promesas aireadas en campaña se antoja, en general, igual de condescendiente. Al menos, lo parece. Un somero repaso revela que bastantes de ellas o no se han plasmado o están pendientes de ejecución, si es que son viables.

Por ejemplo, el anillo VIP, una estimable fuente de ingresos que Elizegi ha asimilado sin rechistar tras haberla sometido a juicio sumarísimo, se ha transformado en un limbo donde reubicar a socios dispuestos a transigir con un cambio de localidad para habilitar la zona de la grada de animación. Este proyecto bandera, como cualquier asunto de primer orden, iba a ser sometido a la Asamblea, pero la directiva se anticipó a fin de agilizar el trasvase de socios con una campaña de evidente cariz coercitivo que se vendió como un enorme esfuerzo de acercamiento al socio.

Sirve de exponente de un singular modo de interpretar lo que es el Athletic. Al igual que determinados consensos con plataformas o grupos de socios justo antes de la Asamblea Ordinaria, cuyas contrapartidas están por verse. Por no hablar del pacto con la repelente Liga de Fútbol Profesional, que posibilitó que la directiva retirase los avales al serle adjudicada la mitad del dinero cobrado por la marcha de Arrizabalaga al Chelsea, una operación en la que obviamente el equipo de Elizegi no intervino.

Mientras lo misterioso sigue en penumbra, Elizegi se ha volcado en el área de comunicación. Había que distinguirse de la anterior junta y lo ha conseguido. Aparte de la sobreexposición desarrollada a título personal, ha activado un potente dispositivo, gracias a la contratación de un amplio equipo de especialistas, que mezcla información, opinión, propaganda y marketing con un empeño y constancia encomiables. Así, medios y masa social están sometidos a un bombardeo diario de promociones comerciales, la mayoría copiadas de otros clubes, y de novedades de supuesto interés en torno a la actualidad rojiblanca.

En este año también hemos aprendido del presidente que para salvaguardar la filosofía del Athletic ya no es preciso mirar fijamente a los ojos, basta con entrar en el vestuario y poner la oreja para saber si el o la de al lado es de los tuyos.