Cuando lo das todo, te entregas y no queda nada en la despensa está todo dicho. El Athletic jugó un gran partido ante el equipo más peligroso del campeonato. Concedió muy poco por no decir nada y elaboró las suficientes ocasiones como para haber ganado. Los leones maniataron a los del Txingurri y volvieron a demostrar que son un buen equipo cuando se hacen bien las cosas. Una vez más se pudo constatar que si hay concentración todo cambia. Visto lo del domingo, lo de ocho días antes hay que interpretarlo como un accidente. Esto era lo más peligroso, pensar que no se había perdido el hilo y que todo lo bueno hecho anteriormente se había marchado por el desagüe tras una mala tarde. Los nuevos tiempos de la era Garitano quedaron una vez más ratificados con la actuación ante el equipo blaugrana.
El grupo lo tiene claro, lo asimila y comparte. No hay más que escuchar al término del partido a Muniain y constatar que pese a no ser de los elegidos de inicio, todos están por y para la causa. Estén o no en la cancha cada uno asume su papel y cuando se les pide, dan. Poco a poco se han ido sumando efectivos al bloque y ahora Gaizka tiene a un buen ramillete de jugadores preparados. Lo mejor es que dan el nivel exigido y esto provoca no solo competitividad por el puesto sino lo que es mejor, un gran rendimiento global. Este es el nuevo Athletic y el personal se ilusiona al paso de la jornadas. La liga está complicadísima pero ahora todos lo asumimos desde la tranquilidad de lo que se ve en el verde. El equipo es mucho más fiable.
Es cierto que ante rivales como el Barca se suelen hacer buenos partidos pero esta vez era una auténtica prueba de fuego. Ratificar contra el Huesca todo esto es lo que hace falta. El equipo rojiblanco afronta dos citas capitales. Huesca y Eibar deben servir para separarse de lo malo y seguir construyendo. No hay lugar para el fallo ni la duda. Ha llegado el momento.