Al Sr. Hernández, que en cartas a director el 13 de agosto describió su desacuerdo con el protocolo llevado a cabo el 7 de agosto en Bakio con bandera roja en casi toda la playa, exceptuando un resquicio con bandera amarilla. Al parecer le indicaron a una persona con discapacidad que no podían meterle en el agua en esas condiciones, visto el peso de toda la maquinaria, la dificultad que conlleva y el mal estado de la mar, ya que por seguridad el protocolo así lo marca y pondría en peligro tanto al bañista como a los voluntarios, socorrista o acompañantes.
Hay que admitir la discapacidad de uno, lo dice alguien que tiene muchas, y no poner en peligro la vida de uno mismo, y mucho menos, de otros. Todos sabemos cuándo la mar está revuelta y con resaca, cuándo podemos bañarnos y cuándo nuestras limitaciones nos lo impiden, ya seamos discapacitados o no. En un día con bandera roja y amarilla no es necesario meterse al agua del mar, puede darse una ducha fría, como tampoco es necesario que le suban a alguien hasta San Juan de Gaztelugatxe. Se pone en riesgo la vida de los voluntarios y socorristas innecesariamente, estos trabajadores están para salvar vidas, pero sin perder la suya en el intento, y menos para un divertimento con bandera de baño prohibido o de precaución.
"O todos o ninguno"
El colmo de los colmos fue leer que el Sr. Hernández escribía que “o se pueden bañar todos o ninguno”. Me pareció una auténtica niñería, una respuesta de la rabieta de un niño. Por favor, Sr. Hernández, replantéese bien las cosas, admita las limitaciones y las acciones que pide, no juegue con la vida de las personas.