EMPEZAMOS a estar acostumbradas a escuchar sucesos de todo tipo en nuestros campos de fútbol. Pero con una variable. Hasta ahora éramos espectadores más o menos pasivos y hoy se toma parte. Aclaremos. No hace mucho los insultos a los árbitros o gritos racistas, por ejemplo, eran costumbre habitual. Qué decir sobre los lamentables comentarios de los que han sido objeto muchas mujeres futbolistas. Ante el silencio que daba carta de naturaleza a todo ello, hoy se impone la denuncia. El último ejemplo, lo sucedido en un campo de Gasteiz. No será el último caso, pero ya no será algo que no se cuente. Ahí está el cambio.