ACE algo más de dos años (enero de 2019) se produjo en Amurrio una grave agresión de motivación política. Un expolicía efectuó un disparo que impactó en la ventana de la vivienda de una familia de militancia de la izquierda aber-tzale. El presunto agresor fue detenido por la Ertzaintza y posteriormente puesto en libertad. Sortu y EH Bildu fueron muy duros en sus reacciones. También otros partidos y el Gobierno vasco. Arkaitz Rodríguez, líder de Sortu, denunció "ataques sistemáticos" y apuntó directamente a formaciones como PP, Ciudadanos y Vox y a algunos medios de comunicación por "generar las condiciones para que se produzcan y se repitan agresiones y ataques". Calificó la situación de "muy grave" y dijo que "no sirve mirar para otro lado", por lo que instó al resto de formaciones a "no pactar con estos tres partidos (PP, C's y Vox), no se les puede tratar como democráticos porque no lo son". "Es un auténtico escándalo que ante hechos tan graves como estos se esté tendiendo un manto de silencio o tratando de relativizarlo", añadió, aunque el ataque salió en toda la prensa vasca. El parlamentario de EH Bildu Julen Arzuaga calificó lo ocurrido de "gravísimo" y denunció que se pretendiera "minimizar e incluso ocultar", y anunció que promovería una declaración institucional del Parlamento Vasco. Una manifestación convocada por Sortu recorrió Amurrio con la pancarta "Faxistak ez dira pasako. Euskal Herria aurrera". El Ayuntamiento de Amurrio reunió a su Junta de Portavoces, que "condenó" por unanimidad (PNV, EH Bildu, Orain Amurrio, PSE, PP y Guk Bai) la "inaceptable" agresión. Condena. He ahí la "palabra fetiche", que EH Bildu se negó ayer a utilizar de nuevo en la Cámara vasca contra la reciente agresión a un dirigente del PP. Palabra universal, internacionalmente usada para rechazar actuaciones políticamente inaceptables. Hay otras palabras, conceptos y éticas fetiche que Bildu usa solo cuando sufre la agresión y nunca cuando lo padece el enemigo. Menos "exclusiones" y paranoias fingidas.