PUEDE que el despido de 25 personas de un colectivo de más de 700, según dimensiona el Grupo Euskaltel su plantilla, no deba maginificarse. Que se lo pregunten a los “agraciados”. Tampoco debería magnificarse una política comercial de subida de tarifas para rentabilizar el negocio. En una economía de libre mercado el cliente elige y el prestatario del servicio pone precio. Tampoco habría que condenar por definición la estrategia de maximizar rendimientos de un fondo de inversión. Pero la suma genera preocupación. Las personas, los clientes y los activos también son arraigo.