eS un domingo de elecciones, nubes y claros y muchos nervios. Ha sido una campaña electoral extraña, llena de tensión, superficialidad y cargada de una incertidumbre que asola hasta los indecisos, que quién sabe, si al final no habrán sido tantos. Ejercer el derecho al voto, tan libre y secreto, no ha de resumirse ni en prestar votos ni en taparse la nariz, pese a que la papeleta individual tampoco parece determinar en el actual escenario ni cómo gobernar ni con quién. Emerge la cultura del pacto. Así que menos miedo y más decisión. A votar.