La mayor ciudad judía del mundo tiene desde ahora un alcalde musulmán, el gran ganador en las elecciones del pasado martes en la ciudad de Nueva York, que eligió a un político sin experiencia política o económica para gobernar la mayor de las ciudades norteamericanas y el principal centro financiero mundial.
El programa del alcalde, que jurará su cargo el 1 de enero, es el más progresista que jamás han votado los habitantes de esta ciudad. A pesar de la fuerte presencia de la comunidad judía, la oferta de Mamdani es poco atractiva para este colectivo de más de un millón de personas que representa una buena parte de la población neoyorkina dedicada al mundo de las finanzas.
Algunos temen que la nueva situación política de la ciudad aumentará el éxodo de neoyorkinos hacia otros Estados, algo que ya ocurre desde hace varios años y va reduciendo constantemente la población de la ciudad y el estado de Nueva York, que hoy en día ya no es el más populoso del país como ocurría el siglo pasado, sino que ahora ocupa el cuarto lugar en este rango, por detrás de California, Texas y Florida.
Estos dos últimos Estados han experimentado recientemente grandes aumentos de residentes, de alrededor del 10% en los últimos cuatro años, mientras que California, a pesar de haberse recuperado recientemente, tenía el año pasado menos población que en 2020. Hoy en día, Nueva York tiene menos de la mitad de habitantes que California y es posible que la tendencia al éxodo se acelere después de los últimos comicios.
Porque el motivo de estas fugas de residentes parece ser principalmente fiscal: los impuestos estatales son bajos en Texas e inexistentes en Florida, algo especialmente atractivo para las personas de ingresos elevados que abandonan los Estados de alta fiscalidad y que podría acelerar el éxodo de Nueva York a estos dos Estados meridionales.
El recién elegido alcalde ha prometido reformas muy atractivas para la población con pocos ingresos que lucha para sobrevivir en una ciudad de precios muy elevados y donde se calcula que, para disfrutar de un cierto desahogo, hay que ganar más de 150.000 dólares anuales, dos veces y medio más que el nivel de ingresos del país.
El futuro alcalde Mamdani ha prometido aumentar los impuestos a los más ricos, lo que posiblemente aceleraré su éxodo y hará más difícil conseguir los fondos para los generosos programas sociales que desea aplicar, como colmados municipales a precios bajos, guarderías gratuítas o congelación de alquileres.
Lo que ha ocurrido en los últimos años puede ser una muestra de lo que tal vez esté por venir: las personas con ingresos elevados mudan su residencia fiscal, algo que ha hecho incluso el actual presidente Donald Trump, quien ha construido edificios emblemáticos que llevan su nombre en Nueva York, pero es hoy en día un residente de Florida, a cuyo club de golf de Mar a Lago acuden personajes de todo el mundo para reunirse con él.
Los judíos de Nueva York no son tan solo un grupo importante numéricamente, sino también en el terreno económico pues muchos de ellos se dedican a las finanzas y viven cerca del mayor centro bursátil del mundo.
Pero todo puede cambiar, especialmente en un país dispuesto a adaptarse rápidamente a las realidades cambiantes. El estado de Florida ha visto en estos últimos años un crecimiento espectacular y utiliza sus atractivos para aumentar su población: desde el clima hasta la proximidad con el resto del continente americano, a lo que se añaden ahora las ventajas fiscales.
Hoy en día, Florida tiene el segundo contingente judío del país con más de 750.000 personas y podría aumentarlo rápidamente si las operaciones financieras se van trasladando desde Nueva York.
Es algo que dificultaría la puesta en práctica del programa de gobierno anunciado por Mamdani, cuyas promesas son tan generosas que difícilmente se pueden aplicar y, menos aún, con el éxodo de sus residentes más ricos.
Por ahora, ni Mamdani ni ninguno de sus colegas islámicos repartidos ya por toda la geografía de Estados Unidos, tiene la posibilidad de impedir que sus residentes se marchen, lo que podría acabar con los sueños socialistas del futuro alcalde y decepcionar a los votantes que han visto en él una gran promesa para salir adelante en una ciudad competitiva y acelerada como Nueva York.
Pero, de momento, el sueño de ese alcalde y de sus seguidores tiene alas para algunos años, quizá hasta las próximas elecciones si es que puede mantenerse en su cargo. En este tiempo, se enfrentarán la opción capitalista que ha animado siempre a la ciudad , por una parte y los sueños de la nueva generación que votó por Mamdani.
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