En el Estado, el límite legal de alcoholemia para conductores particulares es de 0,5 gramos por litro de sangre, lo que equivale a 0,25 miligramos por litro en aire espirado. Para conductores noveles o profesionales, ese límite se reduce a 0,3 g/l en sangre o 0,15 mg/l en aire. Actualmente se estudia endurecer la normativa para rebajar aún más estas cifras, pero a día de hoy estos son los valores en vigor y los que marcan las sanciones en caso de dar positivo en un control de tráfico.

¿Cuanto se puede beber?

La Dirección General de Tráfico ha publicado estimaciones que muestran cómo distintos tipos de bebidas alcohólicas influyen en la tasa de alcoholemia. Aunque los datos son orientativos, porque factores como el peso, el sexo, la edad o haber comido antes alteran mucho el resultado, sirven para ilustrar qué cantidad puede llevar a un conductor a superar los límites permitidos.

Infografía sobre tasas de alcoholemia

Infografía sobre tasas de alcoholemia DGT

Según esas estimaciones, una cerveza de 33 cl con 5 grados de alcohol podría generar una tasa entre 0,21 y 0,28 g/l en hombres de unos 70-90 kg, y entre 0,34 y 0,48 g/l en mujeres de aproximadamente 60 kg. Si la misma persona toma dos cervezas, esos valores pueden elevarse entre 0,43 y 0,55 g/l en hombres, y acercarse al 1 g/l en mujeres, lo que claramente supera los límites legales.

"Esta es la cantidad de vino que tendrías que tomar al día para obtener beneficios" EP

En el caso del vino o el cava, una copa de 100 ml podría provocar una tasa entre 0,16 y 0,20 g/l en hombres y entre 0,25 y 0,35 g/l en mujeres; esto significa que incluso una sola copa puede bastar para superar el nivel permitido si quien conduce tiene perfil novel o profesional. Las bebidas destiladas (whisky, ron, ginebra, brandy) son las más peligrosas: un combinado de 50 ml de alcohol de unos 38º puede situar la tasa en torno a 0,3 g/l en hombres y 0,5 g/l en mujeres, y dos copas podrían duplicar ese valor.

Todo depende de cada cuerpo

Estas cifras cambian mucho según múltiples variables. Beber rápido o con el estómago vacío eleva la concentración de alcohol en sangre. Las bebidas fermentadas se absorben más lentamente que las destiladas. El peso corporal y el sexo también modifican la distribución del alcohol en el cuerpo. Incluso la hora del día (el metabolismo puede aletargarse por la noche) o el estado emocional del conductor pueden agravar los efectos.

Además, el organismo solo puede eliminar entre 8 y 10 gramos de alcohol por hora; por mucho que alguien beba despacio, si sigue ingiriendo, la concentración sigue subiendo. Por tanto, los mitos como “tomar café, ducharse, dormir una siesta o beber agua” para bajar la alcoholemia son falsos.

La DGT insiste en un mensaje claro: la única tasa realmente segura al volante es 0,0 g/l. Aunque se esté por debajo del límite legal, el riesgo de sufrir un accidente aumenta de forma significativa.

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En resumen, ni siquiera cantidades pequeñas están exentas de peligro: conducir bajo los efectos del alcohol sigue siendo una de las principales causas de accidentes mortales.