"¿Qué tal son los coches chinos?” Si desempeña alguna actividad relacionada con el sector del automóvil, seguro que, de un tiempo a esta parte, le han formulado esa pregunta más de una vez. Es lo que tiene que el prójimo deposite en uno el peso de una teórica y a veces no buscada condición de experto. La cortesía aconseja no responder como Winston Churchill cuando, interrogado sobre los franceses, adujo “no conozco a todos”; casi es preferible disculparse con un cauto “depende…”. Asistimos a una eclosión de marcas chinas, desconocidas a este lado del orbe, que proponen productos resultones a precios tentadores, lo que genera tantas expectativas como dudas entre el público. La cuestión es si los automóviles chinos están a la altura de los occidentales. 

La respuesta no se resuelve con un Sí o un No. Una valoración general apresurada difícilmente hará justicia a la que hoy es la mayor potencia industrial del sector de la automoción. China produjo el año pasado más vehículos que ningún otro país: 27 de los 85 millones de unidades salidas de todas las factorías del mundo. Sus más de treinta marcas en activo producen ese batallón de modelos, de las tallas, formatos y segmentos más diversos. El muestrario contempla desde humildes y escuetos low cost hasta suntuosos premium de gran eslora. La precariedad tecnológica de unos contrasta con la sofisticación en ese mismo ámbito de los otros, tanto como lo hacen sus respectivas tarifas. 

La china ya no es aquella industria que a finales del siglo anterior se empeñaba en remedar coches europeos y americanos, casi siempre con escasa fortuna. La metamorfosis experimentada desde entonces la ha conducido directamente al pelotón de cabeza, consagrándola como una de las referencias en el desarrollo de sistemas de impulsión eléctrica y de baterías. Su ofensiva comercial cabalga hacia el porvenir a lomos de la electrificación, aunque a veces el grueso de sus ventas lo integran asequibles modelos con motores de combustión nada punteros. Así que sí, la opción de comprar un modelo chino puede ser hoy tan válida y atinada como la de decantarse por un automóvil de cualquier otra procedencia. Es cuestión de acertar en la elección, de adecuar el nivel de exigencia al desembolso realizado, y también de cruzar los dedos confiando en que alcance un grado de fiabilidad que solamente se constatará con el tiempo.

Es evidente que la fortaleza de las marcas orientales, su gran reclamo para atraer clientela, es el precio, por delante de la calidad. Ello no significa que esta sea baja. Estamos en el siglo XXI, el de la globalización y el apogeo de la tecnología, que ya está al alcance de quien pueda pagarla en cualquier rincón del planeta. Pero en esta era de las criptomonedas, sigue sin haber quien ofrezca duros a peseta. No existen los chollos. La calidad, la sostenibilidad, la seguridad y hasta la subjetiva belleza, se pagan. Y cuanto más alto es el desembolso exigido, mayor suele ser la contraprestación. Es una regla infalible, en un modelo fabricado en Palencia y en uno ensamblado en Xi’an. 

Los coches de China llegan aquí beneficiados por una política arancelaria que no los penaliza (pagan el 10%), todo lo contrario de lo que sucede a sus rivales europeos allí (el arancel acaba de bajar del 25% al 15%). Esta circunstancia confiere un plus de competitividad a sus tarifas. Ahora bien, como nadie renuncia alegremente a márgenes de beneficio, cabe pensar que esa agresiva política comercial china obedece a más razones que la necesidad de captar clientela. Un automóvil puede ser vistoso y además tener un precio aparentemente comedido, pero normalmente esto último es por algo. Y ese algo suele tener que ver con factores como la eficiencia del motor que monta, el equipamiento que no lleva o el esmero y la minuciosidad en su proceso productivo. 

VENTAS EN ALZA

27.000 MATRICULACIONES EN 2023

Diferencias. El MG ZS es el automóvil ‘made in China’ más solicitado en el mercado español. Alcanza tal popularidad que empata en ventas con el Renault Clio. Entre enero y agosto, se decantaron por el modelo oriental 10.533 personas, tres menos que por el francés. El MG ocupa la décima segunda posición del escalafón general, dejando atrás productos tan ilustres como el Ateca, el 208, el Qashqai, el C4 y el Captur. Hay que ir bastante más abajo en el escalafón para hallar otro compatriota, el Lynk&CO 01, que ha matriculado este año 3.629 unidades. No obstante, la oferta de las marcas chinas continúa sumando adhesiones. En lo que va de año las diez firmas presentes en el mercado reúnen casi 27.000 fieles. El grueso de las ventas lo acaparan tres marcas: MG 17.063 unidades, Lynk&CO 3.629 y DR 1.543. Además, SWM aporta 569 ejemplares, Polestar 562, DFSK 207, BYD 151 y Seres 19. La incorporación de firmas como Omoda y el cumplimiento de los planes de desarrollo de otras como Aiways y BYD, podrían contribuir a la normalización de la presencia china en el mercado.