Los gatos son curiosos por naturaleza, y esa curiosidad que tanto les caracteriza puede convertirse en un riesgo dentro del propio hogar. Aunque tener plantas en casa es una costumbre muy extendida, no todas son compatibles con la seguridad de los felinos. Así lo ha recordado el creador de contenido @universodegatitos, que en un vídeo difundido en redes sociales ha enumerado cinco plantas habituales que resultan tóxicas o peligrosas para los gatos.
El lirio
El vídeo arranca con un aviso contundente: el lirio es mucho más que una planta ornamental que puede ser muy apta para decorar interiores gracias a su belleza. Para los gatos supone un verdadero veneno. Una sola lamida de su polen, explica el influencer, "puede provocar fallos renales en cuestión de horas". Es uno de los ejemplos más extremos y que mejor ilustra por qué no se debe subestimar la toxicidad de determinadas especies vegetales.
La costilla de Adán
La segunda especie mencionada es la costilla de Adán, quizá la planta de interior más popular por sus hojas grandes, verdes y con cortes decorativos que la convierten en un fondo habitual para fotografías. Está presente en oficinas, cafeterías y salones domésticos, y muchas personas la consideran un imprescindible del diseño de interiores. Sin embargo, lo que no todo el mundo sabe es que esta planta contiene oxalatos de calcio insolubles, unas sales que, al entrar en contacto con la boca del gato, producen irritación intensa, inflamación de la lengua, el paladar y la garganta, e incluso dificultades para tragar.
La escena puede resultar angustiosa: el felino empieza a babear, se rasca la boca con las patas y rechaza la comida. Aunque raramente causa la muerte, sí provoca un sufrimiento inmediato y requiere atención veterinaria.
El potos
Después aparece el potos, una enredadera clásica en balcones y pasillos. Su resistencia y facilidad de crecimiento la han convertido en una de las plantas más extendidas en los hogares. Sin embargo, para los gatos es otra trampa: al ingerir sus hojas, pueden sufrir vómitos, hipersalivación, irritación bucal y sensación de ardor.
Aunque no suele derivar en daños irreversibles, el malestar que causa es significativo. Además, al ser una planta colgante, suele quedar justo a la altura de los animales, lo que aumenta las probabilidades de que la muerdan.
Lengua de suegra
La cuarta advertencia va dirigida a la lengua de suegra, famosa por su resistencia casi indestructible: aguanta meses sin riego y sobrevive en condiciones de poca luz. Es habitual encontrarla en recibidores y oficinas por esa razón. Pero lo que es una ventaja para las personas resulta un peligro para los gatos.
La ingesta de sus hojas provoca náuseas, vómitos y diarrea, un cuadro que puede agravarse si el animal es joven o si el contacto se repite. Aunque rara vez resulta mortal, los veterinarios advierten de que puede causar deshidratación en pocas horas si no se actúa a tiempo.
Espatifilo, la flor de la paz que no lo es para los gatos
La lista se cierra con el espatifilo, conocido como “flor de la paz”. Sus flores blancas y su capacidad de purificar el aire la han convertido en una planta de moda en interiores. Sin embargo, contiene sustancias que irritan el aparato digestivo de los gatos, provocando dolor abdominal, vómitos y pérdida de apetito. Aunque sus efectos son más leves que los del lirio, no conviene subestimarla. El malestar que causa puede ser intenso y prolongado, y la única manera de evitarlo es mantenerla fuera del alcance de los felinos.
El consejo es sencillo: antes de decorar con plantas, conviene asegurarse de que no están en la lista de especies tóxicas para los gatos. Y en caso de duda, lo más recomendable es consultar con un veterinario.