Hay investigaciones que valen un potosí. Y hay datos que son diamantes y pasan desapercibidos, aunque se comuniquen a la ciudadanía y a los medios de comunicación. Uno que vale oro y que merece un estudio aparte es el siguiente revelado el martes: El bombardeo fascista contra Durango del 31 de marzo de 1937 comenzó en Abadiño, en el barrio de Traña-Matiena. Es decir, ese fatídico día se ponía en marcha la “destrucción de Bizkaia, si no se rinden”, como anunció el general golpista Mola, antiguo director de la ‘Conspiración militar de julio de 1936’. La ofensiva se alargó hasta el 21 de octubre de aquel año en curso.

Así pues, el 31 de marzo de 1937, la aviación italiana de Benito Mussolini entró en acción con todo en Elorrio, Abadiño, Durango e Iurreta, anteiglesia esta última anexionada a la villa entonces. El historiador Jimi Jiménez ha firmado la investigación, encargo de la asociación Durango 1936 Kultur Elkartea, y que ha impulsado Gerediaga Elkartea en colaboración con el Ayuntamiento de Durango. Han sido tres años de ratón de archivo en los que ha conseguido, finalmente, poner nombre y apellidos a 213 muertos en el bombardeo en la localidad.

Ficha de la muerte de una mujer en el “bombardeo de Abadiano”. | FOTO: G. E.

Yendo al novedoso capítulo de Abadiño, por primera vez se han registrado credenciales en los que se cita como lugar de la muerte de cuatro personas: “Bombardeo de Abadiano” (sic). La mención expresa aparece escrita en una ficha del Registro central de fallecidos en campaña. “He encontrado tres mujeres y un niño”, traslada Jimi Jiménez a DEIA y aporta: Estéfana Aguirre Bikuña, casada, de 30 años de edad y con residencia en Traña, según censo cotejado por el autor. Las otras tres personas son: Teodora Arieta-Araunabeña Maiztegi, de 18 años; Feliciana Arrieta Jainaga, de 20; y Antonio Garaigordobil Berizbeitia, de 11 años, cuerpo que acabaría siendo sepultado en Otxandio. Murieron en el Hospital Civil de Bilbao. Las otras tres en el cementerio de Derio.

El estudio de Jiménez toma como base el libro de 2001 Durango, 31 de marzo de 1937, de la persona que más ha estudiado el bombardeo en cuestión, Jon Irazabal Agirre. “Lo de Abadiño es una novedad, aunque había alguna referencia o testimonio en algún caserío de caída de bombas, y en algún documento del 37 que lo dice. Aparece en el libro de ingresos del Hospital de Basurto y lo he localizado en el Archivo Administrativo del Gobierno vasco en Lakua”, apostilla el durangarra quien estima que esta “era una investigación que hacía falta”.

Con todo, aquel miércoles fue sangriento no solo en Durango, sino también en Elorrio, Abadiño e Iurreta. Fueron los primeros municipios del mundo bombardeados a cielo abierto y con una estrategia militar sobre población blanca, porque dos años antes los pilotos de Mussolini ya habían matado desde el aire a personas en Abisinia, único país africano no colonizado por gobiernos europeos. “El mando aéreo ordenó el inicio de la ofensiva del Norte. La escuadrilla procedente de Soria, vía Vitoria-Gasteiz, se juntó con cazas y se dirigieron a Durangaldea. A la altura de Abadiño se separaron unos hacia Durango y otros hacia Elorrio. Y es lógico que ocurriera lo de Abadiño porque las bombas no distinguen pueblos”.

Libro de enterramientos del cementerio de Durango. | FOTO: I. GORRITI Un reportaje de Iban Gorriti

Gerediaga Elkartea presentó el martes el informe titulado Memoria de la investigación sobre las víctimas mortales de los bombardeos del 31 de marzo de 1937 de Durango: Analizando fuentes y revisando datos. Jiménez, presentado por la decana de la Facultad de Letras de Vitoria-Gasteiz, la durangarra Belén Bengoetxea, dio a conocer los resultados obtenidos del análisis sobre las 334 víctimas mortales habidas en los bombardeos sufridos en la villa aquel día de mercado. 

El historiador revisó de forma pormenorizada la documentación de cada una de esas 334 personas que hasta hoy formaban parte de los listados recogidos en 2001. Otras fuentes citaban 336 en los últimos años. Muchos de los nombres formaron parte de las listas oficiales de víctimas mortales que ofreció el Gobierno vasco en 1937, así como de las relaciones provisionales que aparecieron en la prensa de los primeros días de abril de 1937, o los 127 registros recogidos en las páginas ausentes del Libro de inhumaciones del cementerio Santa Cruz. 

El objetivo del estudio ha sido doble. Por una parte, hacer una revisión lo más exhaustiva posible del número de víctimas y de su identificación. Por otra, realizar una hipotética reconstrucción, a partir de los Registros Civil y Parroquiales de Durango, de las víctimas de los bombardeos que fueron enterradas en las zanjas de enterramiento común que fueron habilitadas en el cementerio de Durango, ya que algunas de ellas no aparecen identificadas en los estudios realizados anteriormente.

El informe concluye con 121 identidades menos que las enunciadas en el libro de Irazabal, es decir, se acaba con la cifra ya dada por válida de 334 o 336. “Trece personas que hasta ahora no han podido ser identificadas y 200 cuyos nombres figuran como víctimas de los bombardeos de Durango y en listados, archivos o en algunos registros. Algunos nombres aparecían duplicados y otras personas se han desechado porque hemos comprobado que murieron en otros lugares como en los bombardeos de Dima, Zeanuri, Galdakao o Elorrio; o de Otxandio, y Aramaio. Por cierto, sobre este último pueblo se debe decir que hasta que Jon no publicó su libro, el bombardeo de Elorrio era como si no se hubiese producido”, enfatiza y va más allá en su exposición: “El propio Gobierno vasco y otras fuentes incluyeron víctimas de Elorrio como si fueran de Durango por la fecha de fallecimientos. En concreto cinco”.

Algunos de los muertos no eran del bombardeo. Aparecían en su acta de defunción fallecidos por “hernias, tuberculosis o bronquitis”. A Jiménez la cifra de 213 personas le parece que son muchas y pudieron ser más porque como apuntó Irazabal en la presentación en el Museo de Arte e Historia de Durango hubo cuerpos que al caerles encima o muy cerca las bombas, se volatilizaron. “En un caso, por ejemplo, solo se encontró la pierna de una persona”.

Con informes de este tipo se trata de romper con ideas que han calado muy hondo en la ciudadanía de Durango. Así, desde hace años ha quedado demostrado que los nazis no participaron lanzando bombas ni ametrallando en Durango. Quedó claro que fueron los fascistas italianos. Otra leyenda que cae es la de las 334 o 336 personas muertas. “Son, a falta de más investigaciones, 213 en Durango. En Gernika-Lumo, sin embargo, existe un debate amplio y abierto sobre el número de víctimas. Hay estudios que cifran a la baja y otros a la alta”, valora Jiménez, quien lamenta el paso del tiempo. “Cada vez va a ser más complicado recuperar nombres. El contexto lo dificulta cada vez más. La documentación está en estas memorias y salvo que haya algo en algún archivo no consultado… Ya son las propias familias quienes puedan saber de algún familiar desaparecido, que no esté incluido en el listado y que haya que incorporar”.