Este restaurante se ha convertido en parada obligatoria si estás por el centro de Bilbao. Zurekin abrió sus puertas con la idea de mezclar tradición vasca con propuestas modernas, pero lo que realmente le ha dado identidad propia es su formato roll.
El influencer gastronómico @cenandoconpablo lo visitó recientemente, lo describió como “un restaurante enorme, en cuya planta inferior, que es el comedor, puedes sentarte y probar rolls de este calibre.” Esa frase lo resume bien: ambiente urbano, carta creativa, platos para compartir y sabores intensos a lo que no estamos acostumbrados en nuestro día día.
Unos rolls protagonistas
En la carta de Zurekin los rolls juegan papel protagonista. Están elaborados con pan brioche, y combinan ingredientes premium y elaboraciones vistosas; los precios oscilan entre 14,50 € y 30 € dependiendo del nivel del roll.
Entre los destacados están rolls como el Steak & Roll (tartar de buey con aliño tradicional, rúcula, caviar de remolacha, parmesano, cebolla encurtida y pop de palomitas) por 18,50 €; el Lobster & Roll (bogavante estilo Connecticut con mantequilla de coral, rúcula, esencia de limón) por 30 €; o el Cheese & Roll, con burrata local, helado de limón y albahaca, fresas encurtidas y frutos secos, por unos 17,50 €.
También hay mini roll para compartir (dos unidades) como el clásico estilo Maine por 11 € o el mini roll de buey por 12,50 €. Aparte de los rolls, la carta incluye entrantes fríos como la ensalada de burrata (18 €) o el ceviche de atún (18,50 €).
El local ofrece un menú del día por 20,90 € que incluye entrante, plato principal y postre, agua y pan. En el menú del día figuran platos como bacalao al horno en salsa de miel y mostaza, chipirones a la plancha, carne estofada estilo thai, entre otros.
La opinión de @cenandoconpablo
Durante su visita, @cenandoconpablo fue repasando varios de los rolls y platos más icónicos de Zurekin. Arrancó con el roll de steak tartar de buey (Steak & Roll), que definió como “buenísimo, tierno, con un aliño que me encanta”, al que además se le suman detalles como la cebolla encurtida, el queso y un caviar de remolacha que lo hacen aún más completo.
Después probó el roll con burrata local, fresas encurtidas y helado de limón y albahaca, que le sorprendió por lo atrevido de la mezcla dulce y salada: “muy guapo y muy gourmet”. El turno del roll de guiso de buey al vino tinto con foie, boletus y aceite de trufa blanca dejó clara su contundencia: le pareció riquísimo aunque “muy llenador”. Después, probó el roll de bogavante con mantequilla y esencia de limón, el más caro de la carta, al que reconoció un nivel altísimo aunque apuntó que reduciría la cantidad de mantequilla para equilibrar sabores.
Además, se dejó sorprender por las gyozas de papada ibérica con jugo de carne, que describió como intensas y recomendables, “no pasan desapercibidas en absoluto”.
En el apartado dulce, cerró con dos postres: la tarta de queso caliente, que no terminó de convencerle por su falta de presencia visual, y el lemon pie, que destacó como un cierre fresco después de una comida tan contundente.