Noruega 0

España 1

NORUEGA: Nyland; Ryerson, Strandberg (Min. 77, Ajer), Stigrd, Meling; Bobb (Min. 59, Srloth), Odegaard, Berg (Min. 58, Nusa), Berge, Aursnes (Min. 77, Thortsvedt); Haaland.

ESPAÑA: Simón; Carvajal, Laporte, Le Normand (Min. 46, D. García), F. García; Rodri, Gavi (Min. 79, Sancet), Fabián; Ferran (Min. 71, Pedraza), Morata (Min. 89, Joselu) y Ansu Fati (Min. 46, Oyarzabal).

Gol: 0-1: Min. 49; Gavi.

Árbitro: Tobias Stieler (Alemania). Sacó tarjeta amarilla por Noruega a Bobb y a Ryerson; por España, a Le Normand, Laporte, Morata y Rodri.

Incidencias: 25.885 espectadores en Oslo,

Victoria sencilla de España para certificar su presencia en la Eurocopa de Alemania 2024. El solitario gol de Gavi en absoluto refleja el abismo que existió entre los combinados dirigidos por Luis De la Fuente y Stale Solbakken. A Noruega ni la circunstancia de jugar ante su gente le impulsó a ofrecer una imagen catalogable como competitiva, pese a que apuraba sus últimas opciones para tomar parte en la fase final del torneo. Y las agotó sin remedio, circunstancia que, de rebote, supuso asimismo la calificación de Escocia. Cierto es que España podía permitirse el lujo de fallar anoche, pues aún le restan el mes próximo dos compromisos, asequibles en teoría, ante Chipre y Georgia, pero cabría afirmar que el triunfo se convirtió en una obligación inaplazable. Perder y hasta empatar era difícil viendo el nivel del contrario. Se impuso por pura inercia a un adversario falto de convicción y exento de atrevimiento. Enseguida se apropió del balón y mantuvo a Noruega persiguiendo sombras, sin forzar la máquina, a sabiendas que más pronto que tarde acabaría cobrando ventaja. Un panorama que Unai Simón observó tranquilamente desde la lejanía. El portero del Athletic tuvo menos trabajo que en cualquier sesión de entrenamiento y apenas se esforzó para neutralizar un par de remates flojos, muy avanzada la contienda.

En su partido número 37 con la absoluta de España, seguro que Simón auguraba más actividad, alguna emoción fuerte, un episodio comprometido quizás, pero qué va, fue una jornada plácida para él. La verdad es que la máxima necesidad que embargaba a Noruega no se manifestó hasta el tramo final del choque, cuando ya llevaba un rato por detrás en el marcador y después de protagonizar 80 minutos ciertamente decepcionantes, paupérrimos. Desde el arranque se comprobó el respeto, por no decir miedo, que le infundía España, a la que cedió amablemente la iniciativa.

El repliegue del anfitrión deparó un monólogo, con Rodri erigido en el amo del ritmo y el señor de unas combinaciones interminables junto a Laporte y Fabián, a las que Unai Simón, ayer domingo único rojiblanco en la formación titular, asistió como un espectador más. La posesión de la pelota, abrumadora en varias fases, contribuyó a que apenas interviniera en el primer tiempo. Más allá de que no se registró un solo remate dirigido a su portería, ocurrió que la amenaza que representaba Haaland, único delantero que de inicio alineó Solbakken, ni se acercó a saludarle. Aislado por el nulo juego creativo de Noruega y siempre muy alejado del área, su aportación fue asimismo casi testimonial hasta el descanso. Y cuando logró activarse, le salió al paso Laporte para desbaratar sus intenciones.

El central corrigió un mal despeje de Fran García haciendo de parapeto para que el tiro de Haaland rebotase en sus piernas y en el añadido previo al descanso, aguantó el avance en perpendicular del ariete para arrebatarle la pelota dentro ya del área. Laporte escogió acertadamente qué hacer en las dos jugadas y amargó así la vida a su ex compañero en el City, cosa que sin duda agradecería Simón, a quien solo se le pudo contabilizar un par de salidas por alto relativamente asequibles. En realidad, participó más con las botas que con los guantes, anotándose eso sí algún pase comprometido. Un envío largo suyo dio pie a la primera aproximación en ataque de España.

El tanto del azulgrana Gavi, antecedido de una deliberación del VAR no inferior a los cuatro minutos, agitó un tanto el partido. Fue al comienzo de la reanudación y Noruega sacó rápido un par de puntas para escoltar a Haaland. Movimiento que tampoco trajo alteraciones significativas respecto a la dinámica presidida por el control de España, ágil en la asociación y aplicada para con la presión sacar a relucir el limitado repertorio del oponente. Parecía increíble que Noruega no fuese capaz de generar algo decente en ataque a fin de evitar despedirse de la Eurocopa y con el cronómetro próximo al 90 y Sancet sobre el verde para continuar con los rondos, por fin alguien se dignó a chutar entre los tres palos de Simón. Fue Nusa, un chaval de 18 años, descaradillo, muy verde aún. Sin problemas para el portero que en el 84 tuvo la oportunidad de, ahora sí, mantener un duelo directo con Haaland. Bien colocado, tampoco le costó frustrar al gigante, que conectó en carrera, sin una buena postura y, encima, con la derecha el servicio de Sorloth.

A ese lance se redujo la incertidumbre o el apuro que pudo experimentar Simón anoche en la fresquita noche escandinava. Noruega defraudó y España ejecutó su envolvente plan de toque y movimiento rápidos con sencillez y acaso un punto de desdén. Cuando no hay rival de fuste delante, suele acechar el relajamiento. Simón, sobre todo, pero también Sancet en los escasos minutos que le otorgó De la Fuente, fueron privilegiados testigos de que dos no se pegan si uno no quiere, o no puede. Más bien esto segundo.