EL acuerdo firmado el pasado viernes entre el PP y Vox para investir a la líder popular María Guardiola como nueva presidenta de Extremadura a cambio de la entrada de la extrema derecha en este Gobierno autonómico es el último pacto de la vergüenza que acredita que el partido de Alberto Núñez Feijóo no solo ha abierto la puerta de par en par a los ultras en las instituciones sino que está asumiendo plenamente sus principios y postulados propios de la guerra cultural y del discurso del odio. Desde las pasadas elecciones municipales y autonómicas en el Estado del 28 de mayo, son ya más de un centenar los pactos de gobernabilidad en en ayuntamientos –varios de ellos, de capitales de provincia– y comunidades entre el PP y Vox. En general, el secretismo sobre el contenido real de estos acuerdos preside estas alianzas, aunque han aflorado cuestiones en las que se muestra que el PP ha cedido vergonzantemente ante la extrema derecha en principios ideológicos clave que suponen un retroceso intolerable en cuestiones como el feminismo e igualdad de la mujer, derechos del colectivo LGTBIQ+, lenguas propias, educación y memoria histórica, entre otras. Con ello, el PP de Feijóo está dando carta de naturaleza a la entrada de la ultraderecha en las instituciones y asume sus políticas de retroceso en derechos. El aterrizaje de cargos de Vox en estos gobiernos municipales y autonómicos está suponiendo la supresión de concejalías y departamentos y la amenaza de derogación de normas que apuntalan la guerra cultural de la extrema derecha en todo el mundo. Está siendo muy significativo el hecho de que, a cambio del apoyo de Vox a los candidatos del PP, los parlamentos de autonomías como Baleares, Valencia, Aragón o Castilla y León estén ahora presididos por personas que hacen gala de su ideología antifeminista, xenófoba y negacionista, llegando a cuestionar incluso la existencia de la violencia machista, mientras el PP –que apenas muestra algún rasgo de incomodidad– asume camuflar este gravísimo dislate dentro de la “violencia intrafamiliar”. Una actitud infame que retrata al PP de Feijóo y que dibuja claramente el escenario hacia el que se dirigen los populares tras las próximas elecciones del 23 de julio, que no es otro que alcanzar la Moncloa y gobernar junto con la extrema derecha, probablemente con Santiago Abascal como vicepresidente.