A era hora”, revela Ibai Zabala (Berriz, 1987). Es lo que sintió la primera vez que regresó al frontón después de casi dos meses de confinamiento provocado por la pandemia del coronavirus covid-19, que puso el freno de mano a toda la actividad manista profesional desde el pasado 8 de marzo, fecha en la que se disputó el último festival de la Liga de Empresas. Los entrenamientos de las dos promotoras continuaron unos días más -incluso se celebraron dos elecciones de material para la segunda jornada del Parejas, en suspenso-, pero el estado de alarma decretado por las instituciones evitó su prolongación más allá del 12 de marzo. Desde ese tiempo, el zaguero berriztarra estaba ejercitándose en casa, al igual que sus compañeros de Baiko Pilota y Aspe. “Recuerdo que Iñigo Simón -médico de Baiko-, junto al que he pasado mucho tiempo por las lesiones que he vivido, me decía que los pelotaris tenemos tan automatizado el golpeo que nos sale sin querer. Y es cierto”, recita el pelotari, quien agrega que “estos primeros días he podido golpear del tres al tres y del cuatro al cuatro y se nota que las manos no están igual que siempre”. El pelotari vizcaino ensaya en solitario en el frontón descubierto de Berriz, a la espera de recibir el permiso para hacerlo en el cubierto del pueblo. Zabala aprovecha el buen tiempo para tratar de colocar cierta pátina de normalidad a su día a día, envuelto de trabajos universitarios.

Debido a una carrera deportiva larga y en la que tiene experiencia en periodos de baja, el de Baiko ha sabido adaptarse a la nueva realidad. “Sientes el golpe en las manos, pero es un proceso que ya conozco y sé en qué consiste”, agrega el berriztarra. Ibai Zabala, que tiene espacio en el garaje, estuvo realizando trabajos suaves con la pelota blanda con la intención de “mantenerse”, pero considera que “los días de frontón se notan”. “Estoy acudiendo con un taco para hacer un golpeo hasta el tercer o el cuarto cuadro y que la mano se endurezca. Eso es fundamental. Muchas veces, los más jóvenes se colocan mucho taco para no sentir el dolor, pero así no se hace la mano”, determina el zaguero, quien remite a la “paciencia” para devolver el fulgor necesario a sus herramientas. “Tenemos que adaptarnos poco a poco. No se puede ir de cero a cien en poco tiempo, porque existe un gran riesgo de lesión”, afirma Zabala.

De hecho, el zaguero más veterano de la Liga de Empresas se considera afortunado al haber comprado “hace seis meses” una cinta de correr. “Los desplazamientos no son iguales en la cinta que en el frontón, pero es útil para mantenerte en forma”, admite el guardaespaldas, quien además tiene en casa un bosu y algunas mancuernas para desempeñar el trabajo físico. “Hay manistas que no disponen del material para ejercitarse, por lo que es muy complicado”, remacha el de Berriz, que pelotea al aire libre.

“No sabemos qué va a pasar de aquí en adelante, así que estamos viviendo un tiempo de incertidumbre”, desbroza Zabala, que agrega que “tengo claro que todos los pelotaris preferimos jugar con público en la cancha, pero si nos toca hacerlo sin él, lo haremos. El pelotari quiere jugar. Por supuesto, se trataría de algo raro, aunque nos acabaríamos acostumbrando”, finaliza Ibai Zabala.

Por otro lado, otros pelotaris vizcainos, como Mikel Larunbe o Danel Elezkano, cuentan con la posibilidad de entrenar en el frontón de los municipios que residen. El zaguero actúa en el Kurtzea galdakoztarra y cambia el colchón contra la pared por el frontis. Danel Elezkano, por su parte, también está realizando ejercicios técnicos en el frontón de Dima. El ayuntamiento dimoztarra programa horas a los pelotaris, incluido los federados, para que puedan retomar la actividad en la cancha poco a poco.

Otros manistas aún no han podido dar un paso adelante en la desescalada deportiva y siguen a la espera de disponer del permiso necesario de las instituciones pertinentes para regresar con todas las garantías a ensayar en el frontón.

“Tenemos que adaptarnos poco a poco; no se puede ir de cero a cien en poco tiempo, porque existe riesgo de lesión”, cuenta Ibai Zabala