Jon Rahm se sacó en Puerto Vallarta la espina de once meses sin levantar un trofeo. El US Open de Torrey Pines había sido su última victoria, aunque también hay que precisar que en The Memorial el covid le apartó de un triunfo casi seguro en la última jornada y que en el Tour Championship de Atlanta fue el mejor en las cuatro vueltas, aunque el título fue para Patrick Cantlay por los golpes arrastrados. El barrikoztarra comenzó el año luchando hasta el último hoyo del Sentry Tournament con Cameron Smith, pero en los últimos tres meses había acumulado cierta frustración porque las cosas no salían al nivel deseado.

El Open de México, donde tuvo que lidiar con la presión de ser el máximo favorito y resolvió bien los últimos hoyos en un campo que se estrenaba en el circuito, puede ser el punto de inflexión para volver a situarse en ese territorio habitual en Rahm que es el Top 10 de los torneos. No en vano, ha logrado algo también por primera vez y es ganar de punta a punta, esto es sin bajarse del liderato al final de las cuatro jornadas. “Cada vez que salgo yo pienso para mí mismo que soy el favorito porque juego para ganar y he estado jugando bien los últimos años. Tengo fe en mi juego y eso se nota”, comentó tras alzar su séptimo trofeo en el PGA Tour que se añaden a los siete que ha logrado en el DP World Tour. En 123 presencias en el circuito estadounidense el golfista vizcaino ha acabado casi la mitad de ellas entre los diez primeros. Además, la victoria en México hace que sean ya seis años con al menos una victoria.

Por eso, se hacía extraña su trayectoria desde estos primeros meses de 2022, lejos de los primeros puestos desde demasiado pronto. Jon Rahm nunca ha prestado mucha atención a las estadísticas, de hecho dijo estar cansado de que le hablen de sus problemas con el putt porque “soy un jugador de sensaciones. Sabía que mi golf estaba mejorando y que estaba viendo resultados y esta semana lo he demostrado”. “En la última vuelta del Masters con Tiger Woods cogí confianza. Me dije ese domingo que tenía que salir a jugar como yo lo hago. Y ese tres bajo par en un día tan duro... Esta semana he aplicado la misma táctica”, explicó.

El barrikoztarra hizo balance del Open de México: “El jueves y el viernes jugué de maravilla. Parecía que nada podía salir mal. Luego el sábado también jugué bien, pero no metí putts. Y el domingo me costó arrancar. A partir del 6 empecé a sentirme bien y conseguí dos birdies. Y luego aunque no hice más hasta el 14, tuve muchas oportunidades. Ahí metí un buen putt, como el del 15, que me sirvió para mantener la ventaja”. “Claro que habría sido más fácil jugar el hoyo 18 con dos o tres golpes de ventaja que como lo hice, pero ha sido un fin de semana estresante y en el que no he sacado mi mejor nivel”, añadió. Rahm apuntó que la victoria en Puerto Vallarta llegó por “apartar los pensamientos técnicos y volver a mi verdadero yo, visualizar solo el vuelo de la bola. Mi juego con los hierros fue muy bueno”.

La próxima cita para el de Barrika será dentro de tres semanas en Tulsa (Oklahoma) para el PGA Championship, segundo major del año. Hasta entonces, seguirá disfrutando de su familia, de Kelley, de Kepa y del que está por llegar. “Las victorias son más divertidas cuando están ellos porque el trabajo cuando se acaba, se acaba. Y entonces tengo ahí delante una familia maravillosa. No tengo ninguna razón para estar molesto por nada”, aseguró un jugador que recuperó el instinto ganador la misma semana en que su compañero de generación y buen amigo Adri Arnaus estrenaba su palmarés profesional en el Catalunya Championship.

La cifra14

victorias ha sumado ya Jon Rahm desde que es profesional: siete en el PGA Tour y otras tantas en el DP World Tour. El de Barrika acumula ya seis años con al menos un triunfo en cada una de ellas.