Traer la Eurocopa a Bilbao fue un empeño de Ángel María Villar, entonces presidente de la RFEF, que encontró la complicidad de su amigo Michel Platini, a la sazón presidente de la UEFA, la sintonía del alcalde Iñaki Azkuna y el argumento del nuevo San Mamés. Han pasado los años y con Luis Rubiales, presidente de la RFEF desde el 17 de mayo de 2018, todo ha cambiado, hasta el punto de reconocer ya sin tapujos ni rubor su deseo de trasladar la sede a Sevilla.

En un encuentro informativo celebrado en la capital andaluza, Rubiales dijo que Bilbao “tiene problemas” y considera “que la Cartuja sería un lugar magnífico” para acoger el evento. “De Sevilla como sede de España para la Eurocopa no quiero decir nada. Con todo el respeto a Bilbao, las dificultades son muchas y sería fatal que la sede se fuera a otro país. Voy a trabajar para que la sede se quede en España”, señaló.

Aunque Rubiales reconoce que se ve obligado a inhibirse “en la votación de la UEFA”, aseguró que está “haciendo el máximo para que España no pierda los partidos de la selección y uno de los octavos de final”.

Construido para albergar el Mundial de Atletismo de 1999 y formar parte de las fallidas candidaturas olímpicas de Sevilla de 2004 y 2008, el estadio de La Cartuja derivó en un mausoleo, toda vez que ni el Betis ni Sevilla consintieron en su día vender sus estadios para enjugar su enorme deuda trasladando sus partidos a un recinto con pistas de atletismo.

Sin uso deportivo, el deterioro de La Cartuja y a la par las finanzas de la RFEF (la selección ya no vende como antaño y la Supercopa saudita se fue al carajo con la pandemia) hizo que Rubiales y la Junta de Andalucía acordaran convertir un estadio sin vida en el Wembley de España, según ensalza el gobierno autonómico. Además de las finales de Copa, el contrato contempla la disputa de 24 encuentros de la selección española. Se comprende de esta manera el interés de Rubiales en llevar la Eurocopa hasta allá.