bilbao - Si le dicen a principio de temporada que la temporada iba a acabar así, lo habría firmado.

-Imagínate. Habríamos firmado también quedar décimos, a lo mejor meternos en el play-off. Pero hay años que las cosas salen muy bien y este ha sido uno de ellos, aunque no hemos tenido ni suerte con las lesiones. Estamos en una fiesta a la que no estábamos invitados, vamos vestidos de casual donde otros van con trajes de diseño. Por eso, vamos a intentar disfrutar y competir al máximo.

El Ourense ha vivido de todo en los últimos años. ¿Qué supone para el club estar en esta Final Four?

-Es algo espectacular. El club tiene una larga trayectoria, pese a sus limitados recursos, y es una recompensa al trabajo de mucha gente, sobre todo del presidente, que es fundamental en el día a día. Y es importante para la ciudad que ya ha estado en la ACB, que ya logró un ascenso que no pudimos disfrutar hace tres años. En Ourense el baloncesto es el deporte estrella y la gente lo está viviendo con muchas ganas e ilusión, los políticos ya han mostrado su apoyo para el futuro y todo está siendo muy bonito.

Su equipo fue el primero que se clasificó. ¿Se les está haciendo larga la espera?

-Para mí no, pero a los jugadores supongo que sí. Tras clasificarnos el jueves, dimos descanso hasta el lunes y luego entrenamos tres días sin saber el rival, detalles generales que nos podían servir. Una vez que conocimos el rival, pudimos ya enfocar la preparación. Además, ahora ya estamos en plena semana de competición y la gente está muy metida.

Usted ya disputó una Final Four con el Melilla. ¿Qué es lo que se requiere en una cita como esta?

-Quitando lo táctico, que es muy importante, lo emocional es clave. Todos sabemos que no hay margen de error, que un día malo te manda para casa. Hay que gestionar los momentos malos, saber entenderlos y que no se alarguen demasiado ni se queden en tu cabeza. Todos tenemos presión, todos vamos a tener nervios porque todos queremos llegar hasta el final, aunque algunos tuvieran este objetivo más claro.

Hablar de favoritos sobra, por tanto.

-A un partido puede pasar de todo porque es más fácil sorprender que en una serie larga. Yo he dicho a los jugadores que veía más difícil llegar a la Final Four que ganarla. Nosotros solo hemos ganado una vez al Melilla y hemos perdido los cuatro partidos contra el Palma y el Bilbao Basket y eso podría ponernos a la cola en las previsiones. Pero hemos sido capaz de aprender de lo malo y sabemos que podemos hacer un fin de semana redondo y llevarnos el premio. Pero para eso hay que ser regular, tener claro lo que quieres y respetarlo porque es difícil ganar dos partidos consecutivos jugando mal.

¿Van a pesar más los aspectos defensivos o los ofensivos?

-Creo que el acierto va a ser muy importante porque puedes generar un bloqueo mental en el rival, una ansiedad por contestar. No muchos jugadores han jugado este tipo de partidos y es algo que hay que saber transmitir. No es importante meter mucho, pero sí lograr buenos porcentajes.

¿Un bilbaino se imagina el escenario de jugarse el ascenso contra el Bilbao Basket y ante 10.000 personas en Miribilla?

-Pues claro, desde que nos clasificamos los dos me lo imagino cada día. Sería lo más bonito, más aún ganar esa final. No voy a mentir, para mí sería increíble. Nunca he entrenado en Bilbao porque con 17 años ya me fui a Madrid con la familia, pero de Bilbao he presumido siempre. Cuando estás fuera, eres aún más de Bilbao. Ese escenario que planteas es idílico. Que pase lo que Dios quiera, pero no podría haber una situación mejor porque es algo que te queda para siempre. Que Bilbao haya estado en la LEB Oro ha sido un lujo porque le ha dado una dimensión que no estábamos teniendo, ha sido el mejor atractivo y una gran reclamo para la competición. Mantener esa masa social que tiene el Bilbao Basket es algo increíble, espectacular.