Los pilares de la tierra, el musical es uno de los montajes que más expectativas ha despertado en los últimos tiempos. Y no es de extrañar porque se trata de una megaproducción de beon. Entertainment, con una inversión de 4,5 millones de euros, que lleva a las tablas, por primera vez, el best seller de Ken Follet, una novela con más de 50 millones de copias vendidas en todo el mundo, una aventura medieval llena de tramas políticas en torno a la construcción de una majestuosa catedral.
Uno de los puntos fuertes de este superventas convertido en musical es su portentosa puesta en escena, que incluye imágenes y momentos impactantes como cuando se desmorona la construcción de la catedral. Dicen que cuando el escritor vio su novela en el escenario se le escaparon las lágrimas de la emoción.
La puesta en escena es portentosa e inmersiva, pero muy complicada. Desde el pasado viernes, el auditorio del escenario del Euskalduna está en plena transformación. En total, siete trailers han viajado con el material necesario para representar este musical, que se representará en Bilbao del 15 al 31 de agosto. “Prácticamente, toda la caja esférica del montaje que se ha puesto en escena en el Teatro EDP Gran Vía de Madrid ha llegado a Bilbao, lo cual no suele ser habitual. Lo normal es hacer un formato de gira bastante reducido, pero Euskalduna permite hacerlo”.
Colosal vidriera: más de 400 horas de dedicación
Entre ellos, también se incluye un colosal rosetón de seis metros de altura. “Hemos tenido que hacer una reconfiguración para poder montar y desmontarlo, porque después de Bilbao iremos al Principal de Zaragoza. La pieza pesa más de 600 kilos y tiene más de 2.200 piezas de cristal de colores. Es un poco como el momento icónico de la obra y no queríamos desvirtuarla en la gira”, explica Pablo Santos, director de producción.
La vidriera no es solo un elemento decorativo. Es un símbolo de la lucha, la perseverancia y la belleza en tiempos oscuros. Cada una de sus piezas ha sido trabajada artesanalmente, en un proceso que ha llevado más de 400 horas de dedicación: fresado, montaje, pintura artística… Todo para que este coloso de 600 kilos bañe el escenario con su luz, convirtiéndose en testigo silencioso de traiciones, sueños y ambiciones desmedidas. Porque en la Inglaterra del siglo XII, donde transcurre la historia, la construcción de una catedral no es solo un acto de fe, sino una batalla por el poder.
“Cuando hablamos de Los pilares de la tierra nos viene a la cabeza la catedral, pero es verdad que la historia ambientada en Inglaterra en la Edad Media, en concreto en el siglo XII, transcurre también en muchos otros espacios, en abadías, castillos, exteriores, mercados... Con el trasfondo de la construcción de la catedral, se desarrolla una historia de ambición, poder, lucha interna, asesinatos, derrocamientos de reyes... La escenografía permite establecer todos esos escenarios. Es una especie de máquina de guerra construida en madera y terminada en cemento”, asegura el responsable de producción.
Años de trabajo
Los pilares de la tierra fue el primer libro que Federico Barrios se leyó hace 24 años cuando llegó a Madrid desde Argentina. Su sueño era ser coreógrafo y director de musicales. Sueño cumplido. Ahora firma esta superproducción, cuya concepción ha llevado años de trabajo. “Ha estado en mi cabeza durante años, otros musicales ya se saben cómo funcionan a nivel internacional, pero en esta ocasión estaba todo por hacerse, con muchas limitaciones, pero con mucha libertad. Teníamos que encontrar el lugar exacto de cómo contar tanto el carácter de los personajes como la estética del musical”, asegura.
“Tratamos de no defraudar a los lectores del libro de Follet, evidentemente hemos tenido que elegir las historias troncales para poder contar en dos horas y media esta historia. Felix Amador, el letrista, con Iván Macías, el compositor y productor artístico, hicieron un trabajo a conciencia, muy minucioso para encontrar el guion adecuado”, explica Federico Barrios.
El elenco está formado por 27 actores y se producen más 150 cambios de vestuario, confeccionados de manera tradicional en los talleres de beon. Todas las piezas de piel se han cosido a mano,tal y como se hacía en la Edad Media. “Hemos sido muy rigurosos para asegurarnos de que la trama principal se mantenga fiel a la novela”, señala Federico Barrios.