Tan bilbaino fue que al Palacio Bidarte, construido a finales del siglo XIX, le llamaron chalé (una placa aún gasta ese nombre en su fachada...) pese a que algunas crónicas del pasado recogen que llegó a tener, entre sus jardines... ¡un pequeño hipódromo!, un rasgo de personalidad en aquella Bizkaia pujante donde no había freno. Eran años de luz, esplendorosos; un tiempo en el que la anteiglesia de Deusto formaba, en sus zonas construidas de Botica Vieja y San Pedro, una especie de continuación con lo que era el Campo Volantín y la zona denominada La Cava como asentamiento de algunas familias importantes. Ello aportó al patrimonio arquitectónico de Deusto significativos edificios destinados a residencias privadas. Fue el caso, por ejemplo, del chalet de los Condes de Zubiría, el palacio Gossens, el chalet conocido como La casa del Cónsul, la villa María Luisa o, como es el caso, del chalé de Bidarte, una maravilla que hoy aloja el Centro Cívico de Deusto.

El chalé con trazas de palacio fue construido en el año 1897, siendo su autor Severino Achúcarro, arquitecto de amplio prestigio en Bilbao donde dejó abundante e importante obra como el Casino de Bermeo (1894), la estación de tren de Santander en Bilbao (1898) y la sede del Banco Bilbao Bizkaia en la calle San Nicolás 8, entre otros edificios singulares. Era uno de los nombres de mayor referencia en la arquitectura de la villa. La construcción fue un encargo privado: la residencia de Ramón Ybarra Arregui, miembro de esa importante familia con antecedentes familiares de residencia en Deusto y, en concreto, en la zona de La Cava. La finca era una entidad importante, en cuanto a superficie, en el conjunto de Deusto. Disponía, como les dije, incluso, de un pequeño hipódromo dentro del grupo de bosques y jardines que la rodeaban, todo un pulmón.

No en vano, hoy el parque de Bidarte es uno de los más grandes de la ciudad, con casi diez mil metros cuadrados. Cuenta con amplitud de zonas verdes, donde resaltan los árboles plataneros centenarios de más de 30 metros de altura, fuentes, bancos de diferentes tipos de materiales, área de juegos infantil, caminos para hacer deporte o simplemente caminar un rato. Debajo de los plataneros hay una zona acondicionada con fuentes, papeleras y bancos. Además, tiene una iluminación nocturna especial con luces de neón que le aportan un toque más moderno a la zona.

Al final del paseo por esos jardines, allá en la frontera donde Deusto termina, una escultura saluda a la persona paseante. Se trata del busto de Miguel de Unamuno. Deténgase, quien por allí pasa, a leer lo que en la placa reza, recuerdos de un Deusto bucólico y antiguo de lo que hoy en día sólo quedan algunos parajes como éste. Dice así: “Por vacaciones de verano, me iba con mi familia a una casa de campo que mi abuela tenía en Deusto, cerca de Bilbao”.

Prosigue esta narración por su deambular histórico. Aquel mundo feliz de los primeros años del siglo XX estalló con crudeza. Ya durante la Guerra Civil de 1936 no era el hogar de Ramón de Ybarra sino que fue Hospital de Sangre y al concluir la contienda se convirtió en un centro clínico o, mejor dicho, en el Hospital de la Maternidad de la Seguridad Social. De ahí su tejado con cruces, al estilo que gasta el Hospital de Basurto (se disponía de tal forma para que la aviación reconociese que aquel era un centro de salud y no lo bombardease...) y el aspecto actual que tiene por dentro que recuerda a pasillos de hospital.

Mantuvo el edificio el carácter asistencial hasta su abandono. Siendo ya propiedad del Ayuntamiento de Bilbao, este lo destinó a albergar diferentes dependencias para los vecinos y vecinas bajo el nombre de Centro Municipal Bidarte, siendo, hasta 2002, el más grande de Bilbao.

Recuerdan las fichas técnicas que el chalet Bidarte fue concebido como una edificación exenta bajo el desarrollo de un programa de residencia de alto nivel, característico, en buena medida, de las construcciones de este tipo realizadas para las grandes familias a finales del siglo XIX. Su levante comprendía una planta baja, un piso primero y un piso situado bajo la cubierta que, gracias a sus fuertes pendientes, permitía, en el mismo, la instalación de diferentes habitaciones o dependencias de la residencia privada.

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Su disposición morfológica guarda relación con los modelos residenciales privados ingleses. Ello se trasluce, asimismo, en la formalización general de la construcción, algo frecuente en las edificaciones residenciales bilbainas de parecido nivel. Sin embargo, en el uso de los materiales (piedra y ladrillo, fundamentalmente) se observan algunos criterios estilísticos y de composición que guardan una cierta relación con las posturas estéticas del modernismo. Son característicos, asimismo, del edificio las grandes cubiertas de pizarra y el uso, en algunos volúmenes significativos de cerchas y aleros de madera. Todo ello le daba un elegante aspecto.

El actual Centro Cívico acoge una oficina Municipal de Distrito, servicio Social de Base, un centro de Mayores; área infantil y área joven; un salón de actos y una sala de exposiciones; diversas aulas polivalentes; salas de trabajo de muy distintas asociaciones; una nutrida biblioteca que se inauguró en 1998 y cuyo espacio se amplió el espacio en 2002 y otra biblioteca infantil; sala de estudios; el equipo de Intervención socio-educativa (EISE), Kzgunea, servicio WIFI, oficina electrónica Bilbao Click y diversos talleres.