Fue la suya una vida de pluma larga a lo largo del siglo XIX, un camino tan complicado como brillante en el que se sortearon dificultades y se celebraron horas felices. Fue la suya una historia que comenzó entre zarzas y que acabó, a su vez, de mala manera, pero que tuvo momentos álgidos en los que Camilo de Villavaso y Echevarría llegó a convertirse en un personaje notable de un Bilbao que comenzó, por aquellos años, su despegue hacia el halagüeño porvenir rosado. Camilo intentó dejarlo todo por escrito. Todo ese Bilbao del siglo XIX.

Nació un 23 de agosto de 1838, hijo de una familia de comerciantes que pasó sus penurias. Tuvo como vecino en la casa paterna a Víctor Luis Gaminde, destacado dirigente político del progresismo liberal en Bilbao. Vivió con su hermana Isabel hasta 1888, año en que contrajo matrimonio con Luisa de Lequerica y Bilbao. No tuvieron descendencia.

Su esmerada educación se supone comenzada en el Instituto Vizcaino o en algún colegio de Bayona, pero sus estudios de Letras se vieron truncados debido a los reveses económicos sufridos por sus padres, como les dije. La presencia en su biblioteca de publicaciones en francés, inglés, alemán e italiano le atribuye cierto conocimiento de estas lenguas. En esta biblioteca aparecen 709 obras en castellano y 863 en otras lenguas, con autores como Egaña, Astarloa, Delmas, Goncourt, Guizot, Michelet, Lamartine, Víctor Hugo, Balzac, Sand, Irving, Shakespeare, Cobden, Von Raumer, Amicis, Machiavelli, Garibaldi, etc.

Ocupó diversos cargos en Bilbao y su firma pudo leerse en prensa variada. Fue, incluso, cónsul del Imperio Otomano

Las letras y Bilbao fueron sus grandes pasiones. No en vano, su vocación literaria despuntó temprano, publicando su primer trabajo a los 18 años en el Semanario Pintoresco Español. En 1857 Villavaso colaboraba en el periódico bilbaino Irurac-Bat, de mano de su propietario J. E. Delmas y firmando los artículos ubicados en un serial titulados Revista extranjera, donde se mostraba su interés por la política internacional, tema en el que fue un consumado especialista como demostraron sus colaboraciones posteriores en la Revista de Vizcaya.

La carrera periodística de Camilo Villavaso continuó en el Irurac-Bat, del cual fue director-propietario, por regalo de Delmas, desde 1864 hasta 1869, en que lo vendió. Como periodista también colaboró en El Noticiero Bilbaíno, Diario de Bilbao, La Ilustración de Álava y de Vizcaya, La Paz y en Euskal-Erria, destacando por sus artículos referentes a hechos o personajes históricos del País Vasco y asuntos internacionales. Publicó, a su vez, cuatro libros dedicados a la historia de Bizkaia, al género biográfico y una memoria que trataba sobre el desarrollo industrial que vivía el País Vasco y sus consecuencias sociales.

En sus últimos años fue cronista de Bilbao e inspector de su biblioteca y representó a la villa en las JJ. GG. de Bizkaia

Fue destacable, a su vez, su labor política e institucional, siempre dentro del campo liberal. En 1869 Villavaso desempeñó el cargo de secretario del ayuntamiento de Bilbao hasta enero de 1876, año en que fue elegido diputado a Cortes, por el distrito de Durango. Al abandonar su escaño volvió al ayuntamiento hasta 1886, año en que dimitió por motivos de salud.

Tras su dimisión fue nombrado cronista de la Villa de Bilbao e inspector de su Biblioteca. Al margen de sus actividades políticas y literarias realizó otras muy variadas: secretario-archivero de la Cámara de Comercio (1887), profesor de la Escuela de Comercio (1888-1889), académico correspondiente de la Real Academia de la Historia (1880), vocal de la Junta de Monumentos Artísticos y Literarios de Vizcaya, y Cónsul del Imperio Otomano en las Provincias Vascongadas. Se hallaba preparando una Historia de Bilbao cuando murió en Bilbao en 1889 a consecuencia de una bronquitis capilar crónica. Sus funerales fueron honrados en Bilbao, ciudad que hoy le reconoce con una calle.