El Forn de la Beata Inés, un negocio familiar situado en Mareny de Sant Llorenç, una pedanía de la localidad valenciana de Cullera, se ha hecho famoso y viral en redes sociales por vender un tipo de cruasán artesanal gigante, que pesa casi cuatro kilos y está decorado con todo tipo de chocolatinas. El gerente del horno, Moisés Iborra, asegura que este producto es “la estrella” del local y aclara que, a pesar del volumen del dulce, lo que se prima siempre es la calidad, pues su lema se basa en que los clientes “vuelvan”, algo que solo se consigue si el producto es bueno.

Los cruasanes gigantes y famosos del horno valenciano Beata Inés. EFE/Manuel Bruque

Iborra pertenece a la quinta generación de panaderos de la familia y en la actualidad regenta esta empresa, que cuenta con 40 empelados y en la que trabajan sus padres y hermanos.

Incluso sus hijos empiezan a ser panaderos porque, según dice, “esto es como los futbolistas, que desde pequeños tienen que estar ahí”.

“La idea del cruasán surgió por casualidad”

“Somos panaderos de toda la vida”, afirma para añadir que la idea de hacer un cruasán tan grande surgió casi por casualidad hace unos once o doce años, y se ha convertido en lo más demandado de este horno.

El motivo es, a su juicio, que detrás de este producto está la “ilusión” de quien lo compra por sorprender a su familia o a sus amigos, en un momento en que es “muy difícil sorprender a la gente”.

Además, considera que es un producto “accesible” para todo el mundo, pues uno de estos cruasanes cuesta 8,99 euros.

El sabor más demandado es el de chocolate blanco y negro, pero también se pueden encontrar muchas otras variedades, como la de pistacho o kinder.