Las seis familias residentes en el edificio del número 77 de la Gran Vía de Sestao han pasado en menos de 48 horas de planear cómo sería la rehabilitación del edificio a tener que abandonar su hogar, a ser desalojados de sus casas al ser declarado el edificio en estado de “ruina inminente”. El pasado miércoles acudieron al edificio un arquitecto y un aparejador municipal tras, según indicaron fuentes del Consistorio, recibir un aviso del mal estado del inmueble. En esa inspección, los técnicos encontraron grietas de tamaño considerable y zonas del edificio que habían sido apuntaladas, ante lo que se decretó un desalojo casi inmediato.

El jueves a las 13.00 horas era el momento en el que estas familias tenían que dejar sus hogares sin haber tenido tiempo de asimilar lo sucedido. “Algunos nos enteramos ayer a la noche, otros esta mañana. No hemos tenido tiempo para nada, pedimos una solución digna y que se nos trate con un poco de humanidad, más en la situación de pandemia”, señaló Iván López, una de las personas afectadas por este desalojo exprés. De hecho, a un vecino de este inmueble le llegó la notificación de que tenía que abandonar su hogar, a las 13.05 horas, cinco minutos más tarde de la hora prevista para el desalojo. En este edificio residían seis familias, de las que dos son inquilinos y entre las cuatro restantes hay personas que aún están pagando su hipoteca. “Nos quedamos sin nuestras casas y tendremos que seguir pagándolas”, denunciaban estos vecinos que, en su mayoría, han pasado la noche en hogares de allegados, mientras que a las dos familias inquilinas el Consistorio les ha ofrecido un hostal durante un mes, periodo que podría ser prorrogable.

A finales de 2019, el Consistorio hizo una inspección al edificio en la que se detectaron “importantes anomalías estructurales”. Para ponerles remedio, solicitó a la comunidad que, a la mayor brevedad posible, mejoraran la fachada trasera y el apoyo de la casa. “Teníamos el presupuesto y costaba 10.000 euros por vecino”, apunta Iván. El jueves, para las 13.30 horas, ya se había cortado el suministro de luz al edificio y los residentes en el número 77 de la Gran Vía tendrán hasta este fin de semana para recoger sus cosas. A partir del lunes, si nada cambia, comenzarán los trabajos de demolición de este edificio, labores que, en principio, debieran ser costeadas por los propietarios. Ante esta situación y la “premura” con la que se ha tenido que realizar el proceso ante la peligrosidad de la casa, el Ayuntamiento aseguró el jueves que va a reunirse con los vecinos cuanto antes para acompañarles y ayudar en lo que esté en su mano.