Bilbao - Betolaza celebra estos días que ya es un barrio de pleno de derecho. Sus casas se construyeron en 1960 sobre las minas de hierro, encaramadas a la ladera para distanciarse de Uretamendi, su barrio hermano en Rekalde. Y, a diferencia de este, no proliferaron las chabolas, sino casitas, muchas de ellas individuales, sobre parcelas que compraron los primeros propietarios, pero que en su mayoría carecían de permiso para construir. Con el tiempo y la modernización, el Plan General de Ordenación Urbana dejó estas viviendas fuera de la ley y, por tanto, fuera de las atenciones que les correspondían como barrio. Hace tres años, los vecinos comenzaron a movilizarse de una manera mucho más organizada y consensuaron una propuesta que finalmente fue aceptada por el Ayuntamiento. El pleno del pasado jueves, el primero de este mandato, aprobó la propuesta vecinal. Ahora Betolaza está dentro del PGOU; es un barrio de pleno derecho.

Maite San José, presidenta de la Asociación de Vecinos de Betolaza, confía en que ahora le toque el turno a su barrio. “Hasta ahora las casas estaban en terrenos privados así que el Ayuntamiento no intervenía a la hora de mejorar las calles, por ejemplo, pero ahora tras el acuerdo alcanzado tenemos la esperanza de que mejore la accesibilidad”, expresaba ayer.

Es el mayor problema del barrio. “El autobús te deja al inicio de la ladera y después tienes que subir la cuesta dando revueltas y subiendo escaleras hasta las casas”, dice. Esto ha hecho que algunas personas mayores hayan tenido que abandonar sus pisos. Otras en cambio, como Maite, están convencidas de que en cuanto mejoren los accesos Betolaza va a ser un barrio codiciado. “Aquí desde luego no tenemos ningún problema de ruidos y las vistas son impresionantes”, alardea.

Para poder alcanzar el acuerdo que les da carta de ley para ser un barrio con todos sus derechos las viviendas han tenido que pasar la Inspección Técnica de Edificación.

La solución tampoco ha sido fácil. En Betolaza hay 127 edificios y un caserío que hace el número 128. Desde el número 57 al 127 se encontraban fuera de ordenación. Hace tiempo que el Ayuntamiento buscaba una solución pero las propuestas no satisfacían al vecindario. “Llegamos a presentar hasta cuatro propuestas”, explica el concejal de Planificación Urbana, Asier Abaunza. “Una propuesta de máximos, al igual que hicimos en el Peñaskal, que suponía el derribo de todas las viviendas que tenían problemas de accesibilidad, la edificación de viviendas para su realojo en espacios que cumplieran la accesibilidad y la conservación de aquellas que sí cumplían los criterios de accesibilidad. Los otros dos escenarios eran parecidos: se tiraban menos casas y se realojaban menos vecinos. En cada una de ellas se tiraban aquellas viviendas que tenían más problemas de accesibilidad. Y, la opción D, que es la que eligieron los vecinos, en la que no se derribaba ninguna casa”. Se celebraron varias reuniones en el consejo de distrito de Rekalde, donde se convocó a los vecinos de Betolaza con una asistencia de alrededor de un centenar de personas, y por unanimidad de los presentes se eligió la opción de no tirar ninguna de las viviendas, ni siquiera las que tuvieran los problemas más graves de accesibilidad. Posteriormente se envió una carta a todos los residentes para que si alguien, de manera privada o más discreta tenía alguna pega, pudiera expresarla. Se dejaron los meses de verano para que pudieran contestar. No hubo respuesta y se dio por hecho que el total de los vecinos de Betolaza estaban conformes con la alternativa D, que implica no tirar ninguna de las edificaciones, y por tanto se mejoraría en la medida de lo posible los accesos para que puedan entrar los vehículos de emergencia.

Y eso es lo que se aprobó en el pleno con la unanimidad de los partidos. El siguiente paso es la mejora de los viales públicos y el alumbrado, algo por lo que van a pelear ahora los vecinos. “Empieza una nueva legislatura y yo creo que es nuestro turno”, reivindica Maite.