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Garraitz, la isla que aparece y desaparece

El Banco del Tiempo de Lekeitio recupera el pulso de este enclave declarado Parque Arqueológico y restaurado tras los trabajos de 2024, mediante un segundo paseo guiado por sus rincones históricos

Garraitz, la isla que aparece y desapareceEl Banco del Tiempo de Lekeitio

Este pasado jueves un grupo de vecinos lekeitiarras se reunió en la playa de Isuntza, atentos al vaivén de la marea. No esperaban una barca, sino el momento justo en que el mar dejara al descubierto el paso de piedra que une la costa de Lekeitio con la isla de Garraitz, también conocida como San Nicolás. Era el segundo recorrido organizado por el Banco del Tiempo de Lekeitio, un proyecto comunitario que promueve el intercambio de servicios y actividades entre vecinos. Esta vez, su propuesta era cruzar juntos hasta la isla y descubrir sus tesoros naturales y arqueológicos.

Guiados por Guillermo Ruiz de Erentxun, miembro de la asociación Atabaka Elkartea, los participantes recorrieron cinco puntos clave: el malecón, la ermita de San Nicolás, la cima, el antiguo cuartel y la zona de los cañones. Cada parada ofrecía una mirada distinta a la historia de este enclave de apenas seis hectáreas que, pese a su tamaño, concentra siglos de vida religiosa, militar y civil.

Según el portal de turismo del Ayuntamiento de Lekeitio, Garraitz fue reconocida en 2019 como Parque Arqueológico. Su valor patrimonial reside en la coexistencia de restos religiosos —como los del convento franciscano del siglo XVII— y fortificaciones que datan de guerras sucesivas, desde la anglo-española hasta las carlistas. En las excavaciones, dirigidas por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, se hallaron monedas medievales de distintos reinos europeos y estructuras que permanecían ocultas bajo la vegetación.

La isla fue también lazareto durante epidemias y, más recientemente, laboratorio natural para estudiar la flora costera. La blogger Laura Fernández destaca en su guía de viajes que el sendero que la atraviesa, de sur a norte, permite apreciar tanto su biodiversidad como las vistas únicas del litoral vizcaíno.

Restaurar el pasado

En los últimos años, Garraitz también ha vivido su propio proceso de transformación. Durante el otoño de 2024, Garraitz vivió una nueva etapa en su larga historia. La isla permaneció cerrada al público durante tres meses mientras un equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, por encargo del Ayuntamiento de Lekeitio, trabajaba en la consolidación de los antiguos muros del convento y del fuerte central. Fue la segunda fase de un plan iniciado en 2022 para estabilizar los restos arqueológicos y protegerlos de la erosión del salitre y del paso del tiempo. Los trabajos, con un presupuesto de 161.185 euros, de los cuales 140.000 procedieron de fondos europeos NextGeneration, se enmarcaron en el plan municipal de sostenibilidad turística y recuperación del patrimonio.Gracias a esta intervención, los visitantes pueden hoy contemplar con mayor claridad los vestigios religiosos y militares que habían permanecido ocultos entre la vegetación.

Aunque su historia es larga, Garraitz se descubre mejor a pie y con la marea baja. El recorrido del Banco del Tiempo combinó divulgación y convivencia, en un entorno que une patrimonio, naturaleza y memoria colectiva. Desde la cima, el grupo pudo contemplar las aves que anidan entre los pinos y el perfil de Lekeitio reflejado en el agua.

Un paseo entre historia y comunidad

El Banco del Tiempo funciona con una premisa sencilla: el tiempo es la moneda. Los vecinos intercambian horas de ayuda mutua —cuidado, clases, acompañamiento— y organizan actividades que fortalecen los lazos sociales. Visitas como la de Garraitz son una extensión natural de esa filosofía: compartir conocimiento y territorio y disfrutar del patrimonio que el propio pueblo conserva.

La organización terminó el recorrido muy contenta, satisfecha de haber compartido con sus vecinos una tarde distinta entre historia, naturaleza y mar. No era solo una excursión, sino una forma de mirar de nuevo lo que siempre ha estado ahí, frente al puerto. Garraitz no es solo una isla que aparece y desaparece con las mareas, sino una parte viva de Lekeitio que sigue despertando curiosidad cada vez que el mar la deja al descubierto.