Un montante máximo de ocho millones de euros con IVA incluido. Es el presupuesto que ha licitado Aena, el gestor aeroportuario de quien depende el aeropuerto de Bilbao, para renovar las pasarelas de acceso a los aviones desde la terminal, los conocidos como fingers en el argot del sector.
Se van a sustituir las seis que operan en la fachada principal de La Paloma que miran a las pistas y conectan directamente los aviones con la terminal aérea.
Una sustitución que era obligada ya que como reconoce el propio expediente administrativo que recoge el concurso público las actuales conexiones para viajeros “se encuentran totalmente amortizadas”.
Y es que las pasarelas telescópicas que se adaptan a la altura de los aviones suman ya 24 años funcionando desde que se inauguró la terminal de Loiu en 2000.
El contratista tendrá año y medio para construir e instalar los pasadizos que tendrán unas características mucho más modernas que los actuales. Así, tendrán sus paredes acristaladas en lugar de opacas como las actuales y los vidrios serán idénticos a los de la terminal, contando con la máxima protección para cuando el sol pegue muchas horas seguidas. En todo caso los pasajeros contarán con aire acondicionado para cuando la espera se haga demasiado prolongada antes de acceder a la aeronave.
En cuatro de las pasarelas se instalará un nuevo tubo telescópico de tres cuerpos. En las dos restantes, se reutilizará uno de los tubos actuales retirados, de dos cuerpos.
También estarán equipadas con sistemas de ayuda por voz e incluirán letreros iluminados por leds para la designación del puesto de estacionamiento.
Estos pasillos tendrán movilidad total que permiten al cuerpo el movimiento radial o telescópico, en azimut y de elevación variando con respecto a un punto fijo situado junto a la prepasarela.
También se tendrá en cuenta que el panelado interior se diseñará de modo que la transición entre paneles no dificulte la colocación posterior de elementos informativos o publicitarios.
Además, se mantendrán las actuales prepasarelas fijas, las construidas en hormigón que salen de la terminal. Para que se integren bien con las nuevas móviles, se reforzará su estructura, incluidas reparaciones y pintado exterior. En caso de que los análisis previos determinen que no se puede mantener la parte fija se deberá construir una nueva de igual forma que la existente.
Todos estos trabajos no serán sencillos ya que tendrán que compatibilizarse con el servicio a pasajeros y las aeronaves. Por ello se prevé que una parte importante de el recambio de los fingers tendrán que realizarse en horario nocturno y en días festivos. La idea es que durante la ejecución del proyecto se trabajará de forma simultánea en un número de puestos que no afecte a las operaciones aéreas programadas y que será indicado por la división de Operaciones del aeropuerto.
Cada pasarela además estará blindada hasta con 25 sensores, dispositivos de ultrasonidos y una barrera de fotocélulas de seguridad capaces de avisar de cualquier movimiento erróneo que se pueda generar o medir las distancias adecuadas en cada momento cumpliendo la normativa vigente. Se tendrá controlado desde la extensión, giro y altura de la pasarela, pasando por la presencia no debida de pasajeros hasta medir al centímetro que el tubo telescópico no golpee al avión en su acercamiento tras finalizar su maniobra de acercamiento a la terminal.