Esperemos que no haga falta activarla nunca, o al menos que tarde muchos años, pero es necesario tener prevista un hoja de ruta para paliar los efectos de una sequía que puede estar a la vuelta de la esquina.

Por eso, y por varias razones más de peso, el Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia (CABB) ha sacado a concurso público la actualización de su actual plan de emergencia contra la sequía, un documento que marcará las actuaciones de la entidad consorciada durante los próximos años y que incluye las consecuencias del cambio climático en una visión futura que se va en sus análisis hasta el año 2100.

Todo un propósito de previsión del CABB que se va a efectuar de la mano de su entidad homóloga en Araba, Aguas Municipales de Vitoria (Amvisa), ya que el plan antisequía se va a concretar para las actuaciones necesarias está vinculado al sistema Zadorra, el que agrupa los pantanos y embalses alaveses de los que se provee de agua potable tanto la capital de Araba como, en gran medida, Bizkaia. También se incluirá el sistema Ordunte, el que lleva agua desde el pantano propiedad del Ayuntamiento de Bilbao ubicado en Burgos hasta la capital vizcaina.

La redacción del nuevo plan de emergencia, que se prevé esté finalizado para verano próximo, va a cuantificar el posible impacto del cambio climático en los recursos hídricos de los que se dispone teniendo en cuenta las proyecciones efectuadas de las precipitaciones y temperaturas futuras.

Se basarán en dos modelos diferentes. Por un lado, la última versión, la 8.5, de los RCP o trayectorias de concentración que describen diferentes futuros climáticos dependiendo del crecimiento del volumen de gases de efecto invernadero. Por otro, el modelo regional que recoge los escenarios de cambio climático para el País Vasco. Para este último, se simularán un total de 24 pares de series de precipitaciones y temperaturas que comprenden desde el año 1971 hasta el siglo XXII, en concreto el 2100.

Resto del siglo

Con todos esos datos sobre la mesa se compararán la evolución de cambio climático con datos reales del periodo de 1971-2016 y el modelo de clima actual contra modelo cambio climático de los periodos de 2011 a 2040, de 2041 a 2070 y de 2071 a 2100. Una vez obtenidos los cálculos y análisis referidos, el informe que redactará la ingeniería que gane el concurso plasmará el impacto que el cambio del clima pudiera tener sobre los periodos secos a la luz de los conocimientos actuales e hipótesis indicadas.

La actualización de este plan de contingencia era necesaria al haber quedado obsoleto el actual documento en vigor fechado en el lejano año 2009. Desde entonces han cambiado muchos elementos y circunstancias que pueden afectar a la ausencia de agua continuada.

Tras catorce años transcurridos, los sistemas de abastecimiento en su conjunto han visto modificados aspectos relevantes como, por ejemplo, que Bizkaia ya no solo se abastece del agua que llega de los pantanos de Araba sino que también usa el suministro de Ordunte o que el CABB esté inmerso en un gran plan de infraestructuras que va a conectar ambas redes principales para abastecer a sus abonados de uno u otro sistema en función de la demanda necesaria.

El documento también va a recoger la futura demanda prevista de todos los usuarios conectados a la red del CABB, tanto actuales como futuros, además de tener en cuenta la estacionalidad que caracteriza algunas zonas de costa.

Así, se concretará cuánta agua consumirán los Ayuntamientos, las industrias, los usuarios domésticos, las áreas turísticas, en el riego de zonas agrícolas y lo que bebe el ganado en producción. La base para concretar estos consumos futuros serán el estudio de actualización de la demanda de agua en la CAPV que URA efectuó en 2020 y el documento de Usos y Demandas de los Planes Hidrológicos del Ebro y del Cantábrico Oriental 2022-2027.

Aprender de lo ocurrido

Los consumos serán un elemento esencial a la hora de prever qué restricciones se deberán ordenar en función de la gravedad de la sequía, la cual detallará cuatros fases o escenarios de actuación.

Destaca que la hoja de ruta futura va a aprender de la gran sequía que azotó Bizkaia entre 1989 y 1990. Este periodo crítico servirá para validar el modelo que proponga el nuevo plan introduciendo las demandas reales de las áreas metropolitanas de Gasteiz y Bilbao, las curvas de garantía vigentes durante aquel episodio, las restricciones al consumo aplicadas y los períodos de operación de las obras de emergencia que se efectuaron.

Otro aspecto significativo del nuevo documento es que va a recoger las repercusiones que tendrán los periodos de sequía a nivel socioeconómico. El CABB entiende que la reducción de los consumos y la aplicación de medidas restrictivas tienen implicaciones económicas en la sociedad. Por ello va a integrar esos impactos según los diferentes escenarios y también detallará indicadores monetarios por cada medida de cada escenario que permitan una comparativa económica.

Así, de la demanda se concretarán los costes de la gestión o reducción de ingresos por su descenso, mientras que de la oferta se aportarán los costes de las infraestructuras de emergencia, las actuaciones concretas a ejecutar en los diferentes escenarios y cuánto dinero supondrá su operación y mantenimiento. También se tendrá en cuenta la minimización de los impactos sobre el medio ambiente y cuáles son las áreas económicamente estratégicas más susceptibles a las situaciones de escasez.

Finalmente, se determinarán las zonas y circunstancias de mayor riesgo para el abastecimiento y salud de la población abonada y las relacionadas con actividades sociales de todo tipo.

Cuatro Fases del plan

Alerta

Primera fase. En este escenario se tiene como objetivo llevar a efecto campañas internas de optimización del uso de los recursos que irán siendo cada vez menos, así como también sensibilizar a los usuarios de realizar un uso responsable del agua.

Inicio

Segunda fase. Se reconoce una intensificación en la disminución de los recursos disponibles evidenciando un claro riesgo de imposibilidad de atender las demandas. Se podrían aplicar medidas para conservar los escasos recursos, planteándose la reducción en los suministros.

Leve

Tercera fase. Ya es cuando se planteará una alta probabilidad de situaciones muy críticas o de emergencia por escasez. En este escenario se podrán establecer las primeras restricciones de carácter blando.

Grave

Cuarta fase. Es el escenario más duro en el que la ausencia de lluvia llevará a tomar decisiones drásticas. Esta fase supone una situación muy grave con alta probabilidad de desabastecimiento generalizado.